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MENSAJE PASCUAL de jerarcas ortodoxos canónicos de Argentina - Pascua 2024




«Descendiste hasta las profundidades de la tierra para llenar a todas las cosas de tu gloria, porque mi naturaleza subsistente en Adán no te fue oculta y cuando fuiste sepultado me renovaste, 

a mí preso de la corrupción, oh Filántropo.»


I Oda del Canon de los maitines de la Fiesta


Nosotros jerarcas canónicos de la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia Ortodoxa reunidos en la comunión espiritual que sobrepasa toda dificultad y eventualidad humana, en la ocasión de la gran fiesta de la Pascua de este año, venimos a exhortar a todos los cristianos y cristianas ortodoxas a vivir esta fiesta en la sintonía que se merece, es decir, en el perdón, el respeto, la inclusión, la justicia, la magnanimidad, la generosidad, la apertura, la paciencia, y, por sobre todas las cosas, el amor incondicional, a ejemplo del Cristo que sufrió su pasión y muerte para redimirnos de la maldición del pecado de Adán y abrirnos las puertas de su Reino. 


La resurrección de Cristo es la última garantía que es Dios y que como Dios se hizo voluntariamente víctima por todos nosotros, asumiendo todos nuestros pecados y crímenes a fin de destruirlos y transformarlos, dándonos la oportunidad de, por fin, asemejarnos a Él. Por su resurrección vienen vencidos el Hades, la muerte y el pecado y, de esta manera, se nos otorga la gran posibilidad de adherirnos a este Reino, cuyo presupuesto principal es la plena transformación del corazón. Sin esta transformación espiritual, la resurrección del Salvador viene diezmada, ya que no la actualizamos en nuestra vida y es por lo que seguimos sufriendo las consecuencias del pecado y la muerte en nuestra vida, a nivel personal y global. 


Cristo nos invita a levantarnos y a salir definitivamente de esa situación que nos aturde, nos inmoviliza y nos corroe: para ello tenemos el auxilio de su Gracia, así como el ejemplo del hijo pródigo, quien recordó a su amoroso Padre en la desgracia, habiendo ya consumido todos sus bienes desordenada y indolentemente. 


Los exhortamos a recordar y tener presente en todo momento al Cristo Resucitado que es la quintaesencia del Amor Incondicional del Padre en el Espíritu a fin de que, inspirados y fortalecidos por Él, podamos vencer el egoísmo, la vanagloria, la soberbia, y toda la negatividad que nos impide unirnos a su Resurrección. 


Cristo ha resucitado y entonces tenemos esperanza; Cristo ha resucitado y entonces volvemos a creer que, con Él, todo es posible; Cristo ha resucitado y no tememos más. Porque si Él venció el pecado de los hombres, entonces nosotros en Él también podemos transformarnos y hacer una familia, una sociedad y un mundo mejor en paz y armonía, tal como es su santa voluntad.


Con estos pensamientos y reflexiones los invitamos a imitar a Cristo y a dejarse llevar por su amor que todo lo puede, a fin de constituirnos en luz del mundo y sal de la tierra.


¡CRISTO RESUCITÓ!

¡VERDADERAMENTE RESUCITO!


Firmantes:

Metropolita Iosif de Buenos Aires y Sudamérica (Patriarcado Constantinopla),

Metropolita Santiago de Buenos Aires y Argentina (Patriarcado Antioquía),

Obispo Juan de Caracas y Sudamérica (ROCOR)

y Obispo Kirilo de Buenos Aires, Sur y Centro América (Patriarcado de Serbia)

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