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Pentecostés - el Descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y el Día de la Santísima Trinidad



El décimo día después de la Ascensión de Jesucristo era el quincuagésimo día después de la Resurrección de Cristo. Era la gran fiesta de los judíos de Pentecostés que conmemoraban la entrega de la Ley en el Monte Sinaí.

Todos los apóstoles, la Madre de Dios, y los otros discípulos de Cristo y otros creyentes, estaban todos juntos en un cuarto en Jerusalén. Era la tercer hora del día por la cuenta hebrea de horas, según nuestro sistema - las nueve de la mañana. De repente un sonido vino del Cielo, como de un viento poderoso, y colmó toda la casa dónde estaban los discípulos de Cristo. Y descendieron sobre ellos lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos. Ellos fueron colmados con el Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, previamente desconocidos por ellos. Así el Espíritu Santo, según la promesa del Salvador, descendió en los apóstoles en forma de lenguas de fuego, como una señal de que Él les dio la habilidad y celo a los apóstoles para predicar las enseñanzas de Cristo a todas las naciones. Él descendió en forma de fuego como una señal del poder para limpiar y quemar los pecados, para santificar y dar calor a las almas.

Por la ocasión de la fiesta de Pentecostés, había en Jerusalén muchos judíos que habían venido de varias naciones. Oyendo el ruido, una gran multitud de personas vino alrededor de la casa dónde estaban los discípulos de Cristo. Estaban todos asombrados y se preguntaban: "¿No eran acaso éstos todos galileanos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros oye en su propio idioma nativo? ¿Cómo ellos pueden hablar en nuestros idiomas sobre los hechos poderosos de Dios?" En el escepticismo ellos dijeron: "Se han emborrachado con vino dulce."

Entonces el Apóstol Pedro, se puso de pie con los once, dijo que ellos no habían bebido, sino que el Espíritu Santo había descendido sobre ellos, como había profetizado el Profeta Joel y que Jesucristo, a Quien los judíos habían crucificado, había resucitado de entre los muertos, había ascendido al Cielo y había vertido sobre ellos el Espíritu Santo. Terminando este sermón sobre el Espíritu Santo, el Apóstol Pedro dijo: "Entonces pues, sabe ciertamente pueblo entero de Israel que Dios ha enviado como Salvador y Cristo a este Jesús a Quien vosotros habéis crucificado."

El sermón de Pedro conmovió tanto a aquéllos que lo oyeron que muchos creyeron en Espíritu Santo. Ellos preguntaron a Pedro y al resto de los apóstoles: "¿Que debemos hacer hermanos?"

Pedro les dijo: "Arrepentíos y bautizaos, cada uno de vosotros en el nombre de Espíritu Santo para el perdón de sus pecados; entonces vosotros también recibiréis el don del Espíritu Santo."

Así que aquéllos creyeron prontamente en Cristo aceptaron el bautismo, y ese día se bautizaron aproximadamente tres mil almas. Así empezó a edificarse el Reino de Dios en la tierra, la Iglesia Santa de Cristo.

Desde el día del descenso del Espíritu Santo la fe cristiana empezó a extenderse con la ayuda de Dios rápidamente, y el número de creyentes en el Señor Jesucristo se fue multiplicando. Instruidos por el Espíritu Santo, los apóstoles predicaban audazmente a Jesucristo el Hijo de Dios por todas partes, sobre Su sufrimiento por nosotros y resurrección de entre los muertos. El Señor los ayudó con muchos grandes milagros realizados por los apóstoles en el nombre del Señor Jesucristo. Al principio los apóstoles predicaron a los judíos y luego se dispersaron a varios países para predicar a todas las personas. Para realizar los sacramentos y predicar el cristianismo, los apóstoles establecieron, por medio de la imposición de manos, obispos, presbíteros y diáconos.

Esa gracia del Espíritu Santo, que se confirió claramente en los apóstoles en forma de lenguas de fuego, se confiere ahora invisiblemente en nuestra Santa Iglesia Ortodoxa por medio de Sus Sacramentos, a través de los sucesores de los apóstoles, los pastores de la Iglesia, sus obispos y sacerdotes.

Nota: Ver los Hechos de los Apóstoles 2:14-23.

El Descenso del Espíritu Santo en los Apóstoles se celebra por la Santa Iglesia Ortodoxa como una del más grandes festividades, en el quincuagésimo día después de Pascua, porque el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles en el quincuagésimo día después de la resurrección de Jesucristo. Se llama el Pentecostés por consiguiente, o día de la Santísima Trinidad, porque este día, la acción de la Santísima Trinidad se reveló al mundo, y las personas aprendieron a venerar y glorificar a las tres Personas del Único Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En esta festividad es costumbre decorar la iglesia y las casas con verdor, flores y plantas y sostener las flores durante la Liturgia, expresando así nuestra alegría y acción de gracias a Dios por Su Santo y Vivificador Espíritu que renueva a las personas y los ilumina través del bautismo para una nueva vida. Las flores y verdor significan la vida. El día que sigue el día de la Santísima Trinidad se llama día del Espíritu Santo se conmemora a la glorificación del Espíritu Santo.


Tropario de Pentecostés.

Bendito eres, Cristo nuestro Dios nuestro,que has hecho sabios a los pescadores enviándoles el Espíritu Santo, y con ellos, has captado a todo el mundo. ¡Oh Amante de la humanidad, gloria a Ti!

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