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Oraciones y lecturas para hoy Domingo de Santo Tomás


Domingo de Santo Tomás


Cristo resucitó de entre los muertos, venció con su muerte a la muerte y otorgó la vida a quienes en los sepulcros yacían ( 3 veces)


1. y 2. Por Tu Cruz, oh Cristo, nos hiciste nuevos en vez de viejos, e incorruptos en vez de corruptos, y nos asignó a vivir en vida nueva (Rom. 6:4).


3. Aunque estuvieras encerrado en el sepulcro en Tu carne circunscrita, resucitaste, oh Cristo Incircunscrito, y aunque las puertas estaban cerradas, llegaste a Tus discípulos, oh Todopoderoso.


4. Oh Cristo, Te sometiste voluntariamente a Tus verdugones por nosotros, y los preservaste para mostrarlos a Tus discípulos como testimonio de Tu gloriosa Resurrección.


5. y 6. Oh Soberano, no dejaste a Tomás sumido en el abismo de la incredulidad cuando extendió sus palmas para examinarte.


7. Nuestro Salvador dijo: Palpad y ved que tengo huesos y carne (Luc. 24:39). No he cambiado.


8. Tomás palpó Tu costado, y creyó, y Te reconoció, aunque no estuvo cuando entraste la primera vez, oh Salvador nuestro.


Tropario de Santo Tomás, Tono VII:

Cuando la tumba estaba sellada, * Oh Vida, Cristo Dios, brillaste desde el sepulcro * y cuando las puertas estaban cerradas * , llegaste a Tus discípulos, oh Resurrección de todos, * renovando por medio de ellos un espíritu recto en nosotros, * según Tu gran misericordia.


Contaquio de Santo Tomás, Tono VIII:

Con su curiosa mano derecha, * Tomás examinó Tu costado que otorga la vida, oh Cristo Dios, * porque Tú entraste estando las puertas cerradas, * y Te clamó junto con los demás apóstoles: * Tú eres mi Señor y mi Dios.


La Epístola


Lector: El Proquímeno en el Tercer Tono: Grande es nuestro Señor, y grande es Su fuerza, y Su entendimiento no tiene medida (Sal. 146:5).

Coro: Grande es nuestro Señor, y grande es Su fuerza, y Su entendimiento no tiene medida.

Lector: Alabad al Señor, pues un salmo es cosa buena (Sal. 146:1).

Coro: Grande es nuestro Señor, y grande es Su fuerza, y Su entendimiento no tiene medida.

Lector: Grande es nuestro Señor, y grande es Su fuerza.


Coro: Y Su entendimiento no tiene medida.



Lector: Lectura de los Hechos de los Santos Apóstoles: [Hechos 5:12-20]


12. Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón.


13. De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.


14. Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres;


15. tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.


16. Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.


17. Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;


18. y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.


19. Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:


20. Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.


Lector: Aleluya en el Octavo Tono:

Coro: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Lector: Venid, exultemos ante el Señor. Jubilemos ante Dios, nuestro Salvador (Sal. 94:1).

Coro: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Lector: Apresurémonos a Su faz, en confesión y en salmos jubilémosle (Sal. 94:2).

Coro: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!



Lectura del Santo Evangelio según San Juan

[Juan 20:19-31]


19. Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.


20. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.


21. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.


22. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.


23. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.


24. Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.


25. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.


26. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.


27. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.


28. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!


29. Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.


30. Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.


31. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.



En vez de “Verdaderamente es digno”, se canta:

Estribillo: El ángel clamó a la llena de gracia: * ¡Regocíjate, oh Virgen pura! * Y digo de nuevo: ¡Regocíjate! * Tu Hijo resucitó * del sepulcro al tercer día. * Regocijaos, oh pueblo.

Irmós: Brilla, brilla, oh Nueva Jerusalén, * porque la gloria del Señor ha salido sobre ti. * Corea ahora, y ensalza, oh Sion, * y Tú, oh Theotokos, alégrate * en la Resurrección de Tu Vástago.


Versículo de Comunión: Alabad al Señor, Jerusalén. Alaba a tu Dios, oh Sion. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!



Oración para tiempos de Pandemia:


Oh Señor nuestro Dios, que eres abundante en misericordia y que administras nuestras vidas con tu sabia providencia, escucha nuestra oración, recibe nuestro arrepentimiento por nuestros pecados, detiene la nueva enfermedad infecciosa (del Coronavirus), así como una vez dejaste de castigar a la gente en tiempos del emperador David.

Tú, que eres el Médico de nuestras almas y cuerpos, concede la recuperación a los enfermos, levantándolos rápidamente del sufrimiento para que puedan glorificarte a Ti, nuestro Misericordioso Salvador, y asimismo protege a los sanos de cualquier enfermedad.

Bendice Señor, fortalece y protege con tu Gracia a todos aquellos que, con amor a la humanidad y sacrificio, cuidan de los enfermos en sus hogares y hospitales.

Elimina toda enfermedad y sufrimiento entre las personas y enséñanos a valorar la vida y la salud como dones Tuyos.

Danos Dios, tu paz, y colma nuestros corazones con una fe firme en Tu protección y en la esperanza en Tu apoyo, y con amor a Ti y al prójimo.


Porque tú eres Dios de misericordia y nos salvas, y te elevamos gloria: ¡Oh, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos!


Creyentes: Amén.

Cristo resucitó de entre los muertos, venció con su muerte a la muerte y otorgó la vida a quienes en los sepulcros yacían ( 3 veces)

Y nos ha dado la vida eterna. Nos prosternamos ante Su Resurrección al tercer día

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