¿Por qué Dios que es Todo-poderoso no aniquila al diablo y termina con el sufrimiento de los seres humanos?
- Iglesia Ortodoxa Serbia en Sur y Centro América
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Un feligrés hizo una interesante pregunta: Si Dios es Todopoderoso, entonces ¿por qué no aniquiló al diablo y así se acababa el mal y dejábamos de sufrir?
Ante esta pregunta, comparto la cita del sabio Padre de la Iglesia San Juan Damasceno:
« Si dices: ¿por qué le permitió (al diablo) luchar contra los hombres?, te responderé que fue para su bien, porque muchos se coronan por ello. Si dices que muchos perecen, te responderé que, así como el diablo mismo logró volverse malo sin influencia externa, por su propia decisión (lo que para él es la peor acusación), así también el hombre podría volverse malo por sí mismo y sin instigador, y sería para él el peor pecado, pues el que peca por instigación de otro merece más perdón y clemencia que el que peca por sí mismo. Porque el que peca por sí mismo es imperdonable, así como el que sigue la virtud por sí mismo merece mayor alabanza. Por eso, el diablo, que pecó por sí mismo, no se arrepintió, mientras que el hombre, que no pecó por sí mismo, sino bajo la influencia del diablo, se arrepintió y fue digno de la renovación y el perdón de sus pecados. Así que la existencia es un bien y un don de Dios» (San Juan Damasceno. Contra los maniqueos).
De esta enseñanza de San Juan Damasceno comprendemos que por más que Dios haga desaparecer al diablo, de todas maneras el ser humano con su libre albedrío dado por Dios también podría cometer el mal por su propia voluntad y sin instigación de nadie. Es decir que con la desaparición del diablo no desaparecería la posibilidad de que sigamos sufriendo el mal.
Entonces, el camino no es que el diablo desaparezca, sino que el ser humano haga buen uso de su libre albedrío y se una a Dios.
Además, Dios no destruye al diablo porque Él creó a los ángeles y a los seres humanos inmortales. Y respeta el libre albedrío que les dio. Y también el diablo no obliga a nadie a seguir su voluntad: él propone, y las personas aceptan o rechazan.
¿El mal viene del Diablo? El mal viene del mal uso del libre albedrío. El Diablo hizo mal uso del libre albedrío que Dios le dio a los ángeles, pecó primero y sin instigación de nadie, y no se arrepiente. Y por eso es el gran tentador del género humano. Pero el mal proviene del mal uso del libre albedrío. Por ende, según San Juan Damasceno, el hombre pudo haber caído en el mismo mal que cayó el Diablo, sin instigación de nadie. Pero es verdad que fue el diablo el que pecó primero y sin instigación y por eso siempre busca por todos los medios tentar al hombre a que caiga de la misma manera. En cambio el hombre cayó pero por instigación del diablo, y por eso busca arrepentimiento y Dios se lo concede.
Muy importante: el libre albedrío nos lo dio Dios para que crezcamos en la Fe, para que maduremos cada vez que superamos una prueba. El plan era que Adán y Eva al abstenerse de comer del arbol prohibido, fortalezcan su espíritu y maduren. De todas maneras, por más que desobedecieron en esa prueba, luego en la vida en arrepentimiento fuera del Paraíso, el ser humano continúa madurando y creciendo espiritualmente en cada prueba que supera. Por eso los Santos alcanzan elevada sabiduría al haber superado las pruebas de abstenerse del mal y seguir el bien. Por eso era mejor ser creados con el libre albedrío porque el crecimiento en el amor y en la fe es infinito. Los Santos continúan creciendo en sabiduría y fe aún en el Reino de los Cielos.
Además, Dios permite que el diablo nos tiente para que podamos convencernos personalmente de lo repugnante que es el mal, es decir, lo utiliza para que nos horroricemos y nos apartemos del mal.
Dios no destruye sus creaciones, porque Él es bueno.
Entonces, el diablo desempeña un papel importante en los planes de Dios para la salvación de los hombres. Cuando lo cumpla, Dios lo aislará para siempre de Sus hijos. Eso será en la segunda venida de Cristo y en la Verdadera Vida futura en el Reino de los Cielos. Sólo allí estaremos libres de todo mal, de toda tentación del diablo y de toda posibilidad de hacer el mal porque habremos pasado la prueba del libre albedrío.

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