Mensaje de navidad - Su santidad Patriarca IRINEJ
La Iglesia Ortodoxa Serbia
a sus hijos espirituales en la Navidad del año 2015
IRINEJ
Por la misericordia de Dios
Arzobispo Ortodoxo de Pec, Metropolita de Belgrado y Karlovac,
y Patriarca de Serbia, junto con todos los Pontífices de la Iglesia Ortodoxa Serbia
a los sacerdotes, monjes y todos los hijos e hijas de nuestra Santa Iglesia:
Sea con ustedes la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre,
de nuestro Señor Jesucristo y del Espíritu Santo
con el alegre saludo Navideño:
¡La Paz de Dios – Cristo ha Nacido!
“Cantad al Señor, bendecid su nombre; Anunciad de día en día su salvación. Proclamad entre las naciones su gloria, Por todos los pueblos sus maravillas”
(Salmos 96, 2-3)
Con estas palabras, hermanos y hermanas en Cristo Señor y queridos hijos espirituales nuestros, el santo Rey David nos invita a este día de celebración festiva, el cual el Señor Mismo preparó con Su Nacimiento de la Virgen María en una cueva en Belén. He aquí, hace dos mil años, la Santísima Virgen María vino a Belén de Judea junto con el Justo José a causa del censo. Pero el censo de José entre sus hermanos y en su tierra natal, sirvió al plan de la salvación y al cumplimiento de la profecía del Profeta Miqueas, quien profetizó por el Espíritu Santo con estas palabras: "Pero tú, Belén Efrata, pequeña eres entre los miles de Judea, de ti Me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas (su procedencia) son desde el principio, desde los días de la eternidad" (Miqueas 5: 2).
En este día se cumplió la profecía mencionada. Porque, he aquí la Santísima Virgen dio a luz en Belén de Judea a Aquél “Quien sus salidas (su procedencia) son desde el principio, desde los días de la eternidad”, Dios el Verbo (Logos), Quien milagrosamente se encarnó de la Santísima Virgen María y nació en la Ciudad de David. Viendo a este milagro, nunca antes visto, los ángeles en el cielo temblaron. ¡El cielo con la estrella en el Oriente y la tierra con la cueva en Belén acompañaron! Y nosotros, como dijo el rey David, hoy cantamos al Señor, nuestro Dios, bendecimos Su Nombre, a todos alrededor nuestro siempre y constantemente anunciamos Su Salvación. A todos los pueblos que están con nosotros y cerca de nosotros les manifestamos Su Gloria y Sus maravillosos milagros. ¡Esta gloria que no se puede comparar con ninguna otra gloria de este mundo, y estos maravillosos milagros que los ojos humanos nunca antes habían visto y la mente humana no los puede explicar!
El Nacimiento del Señor Jesús Cristo es un acontecimiento histórico que ha alegrado al cielo y a la tierra al mismo tiempo, pero ha molestado a muchos en Israel y en el Imperio Romano. Los ángeles y los pastores lo celebran en Belén; los Sabios (Magos) de Oriente, siguiendo la estrella de que los guiaba, viajan hacia Jerusalén. Mas Herodes y toda Jerusalén se asustaron cuando oyeron de los Sabios la pregunta: "¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido?" (Mat. 2:2). La Tierra y el Cielo se alegraron en su Salvador, mas Herodes y toda Jerusalén se asustaron de su Justo Juez. Dios el Verbo (Logos) – la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el pre-eterno Hijo de Dios – se ha encarnado y ha nacido en el tiempo como Dios-Hombre Jesucristo, para salvar al hombre, ¡a Su imagen! Ésta es la esencia y el significado de este acontecimiento histórico, de esta festividad. Pero también lleva en sí otro mensaje, un mensaje que hace referencia al hombre, es decir un mensaje acerca de la grandeza, la sublimidad y la designación del hombre. Un mensaje acerca de por qué Dios mismo se humilló nacidendo en una cueva en Belén. Por otro lado, esta fiesta nos da testimonio del amor infinito de Dios hacia el hombre y el mundo. Dios, hermanos y hermanas y queridos hijos espirituales, nunca abandona ni rechaza al hombre, que es Su icono, ni deja sin su misericordia y sus bondades al mundo, creado sabiamente por Él. Sino que siempre lo sostiene en la palma de su mano, porque es El-que-Todo-lo-Sostiene; lo renueva y lo salva porque es el Salvador. Este es el mensaje más grande y sublime, no sólo de esta fiesta navideña, sino también de todas las demás fiestas del Señor, las cuales son portadoras de la salvación.
Ya en el Antiguo Testamento el grande y santo profeta Isaías hablaba sobre el nacimiento de Emanuel, es decir de Aquel cuyo nombre significa Dios está con nosotros: "He aquí, una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y llamará su nombre Emanuel" (Isaías 7, 14) dice el profeta. Y como si él mismo fuera testigo de aquél acontecimiento milagroso, añade: " Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado, quien tiene el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de la Paz" (Isaías 9: 6). El nacimiento de cada niño es en sí mismo una gran alegría, mas ¡cuánta alegría nos debe invadir y colmar el nacimiento del Divino Niño Emanuel, Jesucristo, Quien de hecho es Admirable, Dios fuerte y el Príncipe de la paz! Sabiendo esto, queridos hijos espirituales, alegrémonos y regocijémonos hoy así como se alegraron y se regocijaron los ángeles en el Cielo, los pastores en Belén, cantando: "¡Gloria a Dios en las alturas y en la Tierra paz, buena voluntad para con los hombres!" (Lc. 2, 14), ¡porque Dios está con nosotros!
¡Hoy, más que nunca, necesitamos paz en la Tierra y buena voluntad para con los hombres y las naciones! Paz en la Tierra y buena voluntad para con los hombres es el grito eterno del cielo y de la tierra. ¿Qué paz, qué voluntad y entre qué hombres? - alguien preguntará. Entonces respondemos evangélicamente: la divina y navideña Paz, Quien nació para nosotros en Belén de Judea - el Divino Niño recién nacido Jesucristo. Él mismo es la paz de Dios entre nosotros. ¡Conozcámoslo, aceptémoslo y que Él se convierta en nuestra Paz en el caos de este mundo! La buena voluntad para con los hombres debe ser el resultado de aquella Paz divina. Cuando escasea la buena voluntad en el mundo, incluso entre nosotros los cristianos, esto es un indicador de la ausencia de la Paz de Dios entre nosotros. Para tener paz entre nosotros, primero debemos establecer la paz personal con Dios, ¡nuestro Dios! Reconciliémonos con Él mediante el arrepentimiento, a través del grito de Pedro, “¡Señor, ayúdanos! ¡Nos morimos!”. Entonces nos será más fácil - como hijos de Dios, como el pueblo de Dios, como hermanos y hermanas - establecer la buena voluntad y la paz entre nosotros.
¿Qué vemos en el mundo moderno? Vemos que las personas y las naciones se han alejado mucho de Dios. Pero no sólo de Dios, sino también entre ellos, porque una cosa lleva a la otra. Vemos que al salvador Nombre de Dios y a Dios mismo, muchos lo maldicen en vez de glorificarlo e invocarlo. Vemos que el mayor pecado, el pecado de matar a un hombre y a toda una comunidad humana, crece a diario, y esto, a menudo, en el nombre de Dios. Esto, para una mente y un razonamiento normales, es inconcebible. Nos preguntamos: ¿acaso es posible que alguien con el nombre de Dios en los labios, mate a niños, mujeres, cautivos y exiliados, todos inocentes? ¿En el nombre de cuál Dios hacen esto? ¿En el nombre de cuál religión lo hacen? A causa de este tipo de depravaciones pseudo-religiosas tenemos tanta confusión y temores en el mundo, los cuales no son otra cosa que el fruto del ateísmo activo de los pseudo-creyentes. Hermanos y hermanas y queridos hijos espirituales, los llamamos en el nombre de Dios, en el nombre del recién Nacido Cristo el Señor, a guardarse a sí mismos y al pueblo, de la toda-caída blasfemia a Dios y de los pecados, los cuales claman hasta el cielo. Si el Señor vino a salvar a cada hombre, a restaurar en él su designación con la cual había sido creado, y a darle vida eterna, ¿cómo puede un hombre atreverse a arrebatar el divino don de la vida, ya sea en el útero de una madre o aquí en la Tierra?
Sin verdadera y viva paz con Dios es imposible la paz entre los hermanos, y es imposible la buena voluntad entre las personas y las naciones. Sabiendo esto, mis hermanos y hermanas y queridos hijos espirituales, los invitamos a reconciliarse con nuestro Dios. Clamemos a Él en arrepentimiento como aquél perdido, el hijo pródigo de la parábola evangélica, ¡y Él nos recibirá con los brazos abiertos!
En vez de la buena voluntad y el amor entre las personas y las naciones estamos asistiendo a una expansión planetaria del egoísmo, la envidia, el antagonismo y la altanería – vicios que provocan preocupación, temor y congoja por el futuro de este mundo. ¡Dirijamos nuestra oración al Divino Niño Jesús para que a los que hoy gobiernan a nuestro pueblo, y a los que gobiernan a los pueblos de todo el mundo, Él les conceda la sabiduría y la bondad, el amor y la humildad, para que este mundo salga de su profunda crisis moral y existencial!
En este festivo regocijo, saludamos a todos ustedes, nuestros hijos espirituales, hermanos y hermanas seguidores de San Sava en todo el mundo, en el país y en el extranjero. Los saludamos y les exhortamos: ¡reconciliémonos con Dios y unos con los otros, y seamos hijos de Dios y el pueblo de Dios! ¡Desarrollemos y mostremos buena voluntad unos con los otros y a todas las personas que nos rodean! ¡Por medio de esta buena voluntad entre las personas seremos la luz al mundo y la sal a la tierra! ¡Vivamos santa y rectamente, y cumplamos el mandamiento de los padres, que nos dejaron en testamento para adquirir el Reino de los Cielos!
Saludamos especialmente a nuestros hermanos y hermanas en nuestro martirizado Kosovo y Metohija, en nuestra cuna espiritual. Rogamos al Divino Niño Jesús que de manera espiritual y divina, como a Daniel y los jóvenes santos en Babilonia, los aliente y fortalezca en el compromiso de ser y permanecer fieles al testamento de nuestros santos antepasados. Llamamos a todos los refugiados y desplazados de nuestra santa tierra serbia, así como a todos los refugiados y desplazados de sus hogares ancestrales, de Dalmacia, Lika, Eslavonia, Baranja, de Banija y Kordun, así como de varias partes de Bosnia y Herzegovina, a que hagan lo posible por regresar a sus hogares ancestrales, para restaurarlos, mejorarlos y preservarlos para las generaciones venideras.
Es un pecado, sin embargo, mencionar a los pobres, los refugiados y las víctimas del pueblo serbio, y no recordar todos los pobres, las víctimas y refugiados de otras naciones y países, no importa qué religión tengan, especialmente a nuestros hermanos y hermanas en el Medio Oriente, en Ucrania y en África, sobre todo en estos santos y bendecidos días en que celebramos el Nacimiento de la mayor Víctima, del más Perseguido en la historia, el Dios-Hombre Jesucristo, el Vencedor sobre el mal, la muerte y Satanás. ¡Recordemos a ellos en nuestras oraciones y ayudémoslos con obras todo lo que podamos!
Queridos hijos espirituales: independientemente de donde vivamos y trabajemos, sea en la patria o en la diáspora, nosotros somos una nación cristiana, ortodoxa y seguidora de San Sava, nación a la que la Navidad y su ethos le dio forma de una manera especial y única. La Navidad está en nuestros corazones y en nuestras almas. Celebrando la Navidad en alegría y en paz con todos y con cada uno, hemos conocido la santidad de la vida y el temor de Dios. Con el saludo: “La paz de Dios - Cristo ha nacido” y contestando: “en verdad ha nacido” nos formamos como un pueblo de la paz de Dios y de Su buena voluntad. Éste es nuestro gran capital espiritual. ¡Multipliquémoslo a través de una correcta y santa celebración de esta gran fiesta! La Navidad nos educó en todo lo que es santo, honorable y agradable al amado Dios. Sabiendo esto, una vez más los exhortamos: ¡preservemos la unidad de la fe y de la Iglesia de San Sava, así como también la santidad de esta fiesta navideña como lo más preciado! ¡No permitan que nadie nos divida por cualquier razón! ¡La Iglesia Ortodoxa Serbia fue, es y será el garante de nuestra unidad espiritual y nacional! En nombre de Ella los saludamos con el alegre saludo de Navidad:
¡La Paz de Dios – Cristo ha Nacido!
¡En Verdad ha Nacido!
¡Y que tengan un bendecido Año Nuevo 2016!
Navidad del 2015
Vuestros orantes ante el Niño Dios Cristo:
IRINEJ, Arzobispo de Pec,
Metropolita de Belgrado y Karlovac,
Patriarca Serbio
Junto con todos los Metropolitas, Arzobispos y Obispos de la Iglesia Ortodoxa Serbia
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