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SAN SPIRIDÓN EL MILAGROSO, OBISPO DE TREMITUNTE




La isla de Chipre fue tanto el lugar de nacimiento como el lugar donde este glorioso santo sirvió a la Iglesia. Spiridón nació de padres simples, granjeros, y permaneció simple y humilde hasta su muerte. Se casó en su juventud y tuvo hijos, pero cuando su esposa murió se dedicó por completo al servicio de Dios. Debido a su piedad excepcional, fue elegido obispo de la ciudad de Tremitunte. Sin embargo, incluso como obispo, no cambió su forma de vida sencilla, manejando su ganado y cultivando su tierra él mismo. Usó muy poco de los frutos de su trabajo para sí mismo; en cambio, distribuyó una mayor parte a los necesitados. Manifestó grandes milagros por el poder de Dios: hizo llover en tiempo de sequía, detuvo el flujo de un río, resucitó a varias personas de entre los muertos, curó al emperador Constancio de una enfermedad grave, vio y escuchó a los ángeles de Dios, previó eventos futuros, discernió los secretos del corazón de los hombres, convirtió a muchos a la fe verdadera e hizo mucho más. Participó en el Primer Concilio Ecuménico en Nicea [325 d. C.], y trajo a muchos herejes de regreso a la Ortodoxia por sus exposiciones simples y claras de la Fe, así como por sus poderosos milagros. Iba vestido con tanta sencillez que una vez, cuando quiso entrar en la corte imperial por invitación del Emperador, un soldado, pensando que era un mendigo, lo golpeó en la cara. Manso y sin malicia, Spiridón le dio la otra mejilla. Él glorificó a Dios a través de muchos milagros y fue de beneficio, no solo para muchas personas, sino también para toda la Iglesia de Dios. Entró en reposo en el Señor en el año 348 d.C. Sus reliquias milagrosas descansan en la isla de Corfú, y aún hoy glorifican a Dios con muchos milagros.

(del Prólogo de Ohrid de San Nikolaj Velimirovich)

En el Primer Concilio Ecuménico, en Nicea en el año 325, San Spiridón tomó parte en el debate con un filósofo griego que defendía los criterios de arrianismo (Arrio negaba la Santísima Trinidad enseñando que el Hijo no era igual al Padre). Las palabras sencillas y claras del santo derrotaron sus argumentos, y el filósofo se dio por vencido, abrazando la causa de los Santos Padres. San Spiridón mostró ilustrativamente la esencia unitaria de la Santa Trinidad (Uno en Tres Personas). Él tomó un ladrillo (el cual está compuesto por arcilla y agua, que pasados por fuego se forma el ladrillo). Este ladrillo en su mano, ante los ojos de los participantes del Concilio se descompuso milagrosamente, saliendo el fuego para arriba, el agua para abajo y la arcilla quedándose en la mano del Santo. Así él explicó que, tanto como se unen tres elementos naturales en un solo ladrillo, así las Tres Personas Divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se unen en una sola Deidad.



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