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LOS TRES JERARCAS: SAN BASILIO EL GRANDE, SAN GREGORIO EL TEÓLOGO Y SAN JUAN CRISÓSTOMO

Cada uno de estos santos tienen su propio día de fiesta: San Basilio el Grande, el 1 de enero, San Gregorio el Teólogo, el 25 de enero y San Juan Crisóstomo, el 27 de enero. Esta festividad combinada, el 30 de enero (mes en el que se conmemora a los tres santos, N. del T.), fue instituida en el siglo XI, durante el reinado del emperador Alejo Comneno. En un momento surgió un debate entre la gente acerca de quién de los tres es el más grande. Algunos ensalzaban a Basilio debido a su pureza y coraje, mientras que otros alababan a Gregorio por su profunda y excepcional mente elevada en la teología; mas otros exaltaban Crisóstomo por su elocuencia y claridad al exponer la fe. Así, algunos fueron llamados Basilianos, otros Gregorgianos, y los terceros Juanistas. Este debate fue resuelto por la Divina Providencia para el beneficio de la Iglesia y para una mayor gloria de los tres santos. El Obispo Juan de Euchaita (14 de junio) tuvo una visión en un sueño: Al principio, estos tres santos se le aparecieron por separado en gran gloria y belleza indescriptible. Y después, los tres aparecieron juntos. Ellos le dijeron: "Como puedes ver, somos uno en Dios y no hay nada contradictorio en nosotros. Tampoco hay un primero o un segundo entre nosotros". Los santos también aconsejaron al obispo Juan que escribiera un servicio común para ellos y que instaurara un día para la celebración común y festiva de los tres. Después de esta maravillosa visión, el debate se resolvió de esta manera: se designó el 30 de enero como la fiesta en común de estos tres jerarcas. Los griegos consideran a este día no solamente como una fiesta eclesiástica, sino también como la mayor fiesta de sus escuelas nacionales.

(extraído del Prólogo de Ohrid de San Nikolaj Velimirovich)

San Basilio el Grande:

San Basilio el Grande, Arzobispo de Cesarea en Capadocia, recibió su educación primaria en una familia muy piadosa. Su abuela, su hermana, su madre y su hermano fueron canonizados. Su padre era profesor de elocuencia y abogado. Al terminar sus estudios en Cesarea, Basilio estudió en famosas escuelas de Atenas. Al regresar a su patria fue bautizado y fue asignado al clero como lector. Después, durante mucho tiempo él vivió con los ermitaños en Siria, Mesopotamia, Palestina y Egipto. La vida en el desierto le agradaba a Basilio. Él encontró un lugar donde instaló su refugio. Con él estaba su amigo de la infancia San Gregorio (El Teólogo). El arzobispo de Cesarea Eusebio hizo regresar a San Basilio del desierto y lo ordenó como presbítero. En el puesto del presbítero, siendo el ayudante más cercano al arzobispo en los asuntos de la dirección de la Iglesia, San Basilio trabajaba mucho hasta el agotamiento. Él predicaba todos los días, a veces dos veces por día. En Cesarea y sus alrededores él organizó hospitales, asilos y casas para los peregrinos

Tras la muerte de Eusebio (año 370), San Basilio fue ascendido a la cátedra de Cesarea. Casi todo el tiempo durante su servicio como arzobispo tuvo una tensa y dura lucha con los arrianos, los cuales tenían gran fuerza en los tiempos del emperador Constancio y más todavía en los tiempos del emperador Valiente (los arrianos negaban la Divina naturaleza del Señor Jesús Cristo). En su lucha contra los arrianos, San Basilio continuaba la labor de San Atanasio y se transformó también él en irrompible pilar de la Ortodoxia, imitando a su antecesor. Le decían al emperador Valiente que si Basilio se rindiera, el arrianismo triunfaría definitivamente. Entonces Valiente envió a Cesarea al prefecto llamado Modesto, famoso por su crueldad en la persecución de los ortodoxos. Muy arrogante, Modesto llegó a Cesarea e hizo llamar a San Basilio. Al principio trataba de convencerlo, tentándolo con las promesas de diferentes favores del emperador si San Basilio se relacionaba con los obispos inclinados al arrianismo. Luego, viendo su firmeza comenzó a amenazarlo con el secuestro de bienes, con destierro perpetuo y con la muerte. Con coraje San Basilio le contestó: "No tengo miedo al destierro porque toda la tierra es del Señor, es imposible quitar los bienes a quien no tiene nada, la muerte es para mí un bien porque me unirá con Cristo para Quien yo vivo y trabajo." La grandeza de San Basilio sorprendió al prefecto. "Hasta este momento nadie se animó a hablar conmigo de esta forma" le dijo. "Tal vez tú nunca tuviste la oportunidad de hablar con un obispo", le contestó modestamente San Basilio.

En este tiempo, el mismo emperador llegó a Cesarea. El emperador fue a la iglesia (en el día de Teofanía) donde oficiaba San Basilio. Su piedad oficiando y la gran multitud de la gente rezando enternecidamente sorprendieron al emperador. Sin embargo, tomó todas las medidas para que San Basilio acepte algún arreglo con los arrianos. Al encontrarse con la resuelta negativa, lo condenó al destierro. La inesperada enfermedad de su hijo hizo que suspenda la sentencia y pida al Santo sus oraciones. Entonces los arrianos lograron que por lo menos fuera reducida la zona que comprendía la Diócesis del Arzobispo San Basilio (Anoimo — el obispo de la nueva zona de la ciudad de Tiana se convirtió en su rival y enemigo).

Para preservar a su diócesis de las intrigas de los arrianos, San Basilio organizó una diócesis especial en la ciudad de Sasima, ubicada justo en el límite de las zonas divididas. Para esta cátedra tan importante en la lucha con los arrianos él puso al frente a su amigo San Gregorio, al cual hace poco tiempo había ordenado como obispo. Pero San Gregorio no quiso ocupar este inquieto puesto porque no respondía a su estado espiritual.

Además de abnegada defensa de la Ortodoxia contra el arrianismo, el arzobispo Basilio prestó otros grandes servicios a la Iglesia. Toda su vida y especialmente los 9 años de su servicio como arzobispo fueron colmados de una imparable labor. Sus numerosas cartas muestran su preocupación y el dolor de su alma relacionados con los desórdenes en la Iglesia. También muestran como él se preocupaba para que haya paz en el ambiente episcopal. Organizó refugios para los pobres, los cuales fueron pagados por una parte con el dinero que él había heredado de sus padres y por otra parte con las donaciones. Estas obras eran tan grandes que parecía una ciudad. Durante las épocas de hambre en Cesarea, lo ciudadanos encontraron en él un generoso bienhechor. Él fue fundador de famosos conventos para los monjes y también creó las reglas de vida y de comportamiento de los monjes, las cuales rigen en la actualidad.

El piadoso santo oficio de San Basilio sorprendió mucho a Valiente. Pero nosotros tenemos otro testimonio por parte de otro, más importante, apreciador de la belleza espiritual — San Efrén de Siria. Guiado por la Divina indicación, San Efrén llegó a la iglesia donde oficiaba San Basilio y fue tan impresionado y motivado por todo lo visto y escuchado allí, que expresó sus sentimientos en voz alta en su idioma sirio, llamando la atención de la gente. Esto sirvió para que entre San Basilio y San Efrén se establezca una amistosa relación, lo que está demostrado en sus cartas. San Basilio se preocupaba por la uniformidad y el orden de los santos oficios, por eso explicó el orden de la Liturgia apostólica, la que se conoce como la Liturgia de San Basilio. Esta Liturgia se realiza todos los domingos durante la Gran Cuaresma y en algunos otros días. También él compuso numerosas oraciones de uso en la iglesia. Las más conocidas son las que se leen de rodillas en el día de la Santa Trinidad.

Para la Iglesia tienen mucha importancia los escritos de San Basilio, especialmente "El Hexamerón" (sobre los 6 días de la creación del Mundo) en los cuales él se manifiesta no solo como un gran teólogo sino también como científico en el dominio de las ciencias naturales. También llegaron a nosotros: 13 homilías sobre los salmos, 25 homilías para distintas ocasiones, 5 libros contra los arrianos y "Los Ascéticos" sobre la Divinidad del Espíritu Santo.

La dura labor y dolores del alma agotaron sus fuerzas y él terminó su vida a los 50 años, el 1 de enero del año 379.

San Gregorio el Teólogo:

San Gregorio el Teólogo (años 326-389) era el hijo de Gregorio (posteriormente el obispo de Nacianzo) y de Nonna, una mujer de altas reglas morales. Antes de su nacimiento, ella prometió que dedicaría su hijo a Dios. Hizo todo el esfuerzo posible para inclinar su voluntad al servicio de Dios. San Gregorio consideraba la educación dada por su madre a él, como la más importante. Siendo muy inteligente, San Gregorio recibió una excelente educación. Él había estudiado en las escuelas de Cesarea, en Palestina, donde había una biblioteca recopilada por el santo mártir Pánfilo. En Alejandría estudiaba las obras de Orígenes y finalmente en Atenas donde se hizo amigo de San Basilio El Grande, al cual conocía anteriormente y cuya amistad apreciaba como la más provechosa que cualquier escuela superior. En Atenas los santos amigos compartían una pieza y tenían el mismo modo de vida, ellos conocían solamente dos caminos, uno llevaba a la iglesia de Dios y el otro a la escuela. En Atenas San Gregorio conoció a Julian (El Apóstata), el mismo que al subir al trono renegó del cristianismo e intentó hacer renacer el paganismo en el imperio romano (años 361-363) y dejó un vivo retrato de este perverso y astuto enemigo de la iglesia. Al cumplir 26 años, San Gregorio fue bautizado. Al regresar a su patria, San Gregorio se apartó por mucho tiempo de cualquier cargo público. La meditación acerca el Dios, la oración, la lectura de la Palabra de Dios, la composición de las inspiradas palabras y cánticos y el cuidado de sus ancianos padres eran sus ocupaciones. Pasó un tiempo en el desierto con su amigo Basilio. Este tiempo fue considerado por San Gregorio como el más feliz de su vida. Su padre, siendo ya obispo, necesitaba un ayudante, lo hizo llamar del monasterio Basiliense a Nacianzo y lo ordenó como presbítero. Esta dignidad y el peso de las obligaciones atemorizaron tanto a San Gregorio que se alejó al desierto para estar en soledad. Al tranquilizar su espíritu, regresó y aceptó las obligaciones sacerdotales, consolándose que sirviendo a Dios también ayudaría a su anciano padre en sus preocupaciones por los parroquianos.

Mientras tanto, su amigo Basilio El Grande llegó a ser arzobispo. Deseando tener un fiel e instruido ayudante para dirigir una amplia región, San Basilio ofreció a Gregorio el cargo del principal presbítero de su cátedra. Pero San Gregorio rechazó este honorable e influyente cargo. Poco tiempo después se realizó su ordenación como obispo de la ciudad Sasima, por el acuerdo secreto entre el arzobispo Basilio y el padre de Gregorio. Viendo en todo esto la voluntad de Dios, Gregorio aceptó el santo ordenamiento pero rechazó el cargo. Como vicario seguía sirviendo a la parroquia de Nacianzo, ayudando a su padre. En el año 374 falleció su anciano padre y poco tiempo después su madre. San Gregorio siguió trabajando ocupando el cargo de su padre, dirigiendo la Iglesia en Nacianzo. Se enfermó gravemente, y después de recuperarse se alejó a un monasterio aislado, donde en ayuno y oración vivió cerca de tres años. Pero una persona como él no se podría esconder en la celda de un monje. Fue elegido por los obispos ortodoxos y los seglares como arzobispo de Constantinopla. Esto sucedió en la época cuando los arrianos tenían mucho poder y se habían apoderado de todas las iglesias de la capital. San Gregorio se alojó en la casa de sus conocidos. Convirtió a una de las piezas en iglesia y la llamó Anastasia (que significa resurrección), creyendo que ahí se va a resucitar la Ortodoxia y comenzó a predicar. Los arrianos se burlaban de él, le tiraban piedras y enviaban secretamente a los asesinos. Pero el pueblo reconoció a su verdadero pastor y comenzó acercándose a su cátedra, como el hierro se apega al imán (según lo dicho por San Gregorio). Con su palabra fuerte, ejemplo de su vida y diligencia como pastor, él vencía a los enemigos de la Iglesia. Muchísima gente venía de todas partes para escuchar sus inspiradas prédicas. El público presente parecía un mar atormentado, aplaudían y gritaban con gran entusiasmo expresando su acuerdo y los escribas anotaban todas sus palabras inmortalizándolas. Cada semana miles de personas volvían de la herejía a la Iglesia Ortodoxa.

Y finalmente, cuando al trono subió el emperador ortodoxo Teodosio (años 379-395) los obstinados arrianos fueron expulsados de las iglesias de la capital. Cuando fue descubierta la herejía de Macedonio (Macedonio negaba la Divinidad del Espíritu Santo) San Gregorio luchó contra él y participó activamente en el Segundo Concilio Ecuménico. Al terminar su labor, él rechazó la cátedra de Constantinopla diciendo: "¡Adiós cátedra — esta envidiosa y peligrosa altura!" San Gregorio se alejó a su lugar natal Arianzo, cerca de Nacianzo y una vez allí, pasó los últimos años de su vida en severas superaciones espirituales de asceta.

Por sus excelentes obras teológicas y por su habilidad de penetrar con el pensamiento en los más profundos secretos de la Fe y explicar sus inexplicables verdades con una claridad y rigurosa exactitud, San Gregorio recibió de la Iglesia el respetable nombre de Teólogo y maestro universal. La Iglesia, en una de sus oraciones lo denomina como la mente superior. Sus sermones son llenos de poesía y muchas frases de estos sermones fueron utilizadas (por San Juan Damasceno y otros) en los cantos religiosos para los días festivos. Hasta el día de hoy, las reliquias de San Gregorio siguen despidiendo un delicioso aroma.

San Juan Crisóstomo:

San Juan Crisóstomo (años 347-407) provenía de una noble familia de Antioquia. Siendo muy chico se quedó sin padre y fue criado por su madre Anfisa, una excelente mujer y una cristiana ejemplar. Después estudió con un famoso orador pagano Livanio. Era muy inteligente y desarrolló una profunda educación (bíblica conjuntamente con clásica). Cuando le preguntaron a Livanio a quien él consideraba como su mejor sucesor, él contestó con tristeza: "Por supuesto que a Juan, si los cristianos no lo hubiesen separado de nosotros," y sobre la madre de Juan opinó: "¡Qué dignas mujeres tienen los cristianos!"

Después de terminar sus estudios Juan ocupó el puesto de abogado y se hizo muy famoso por su elocuencia. Pero muy pronto la vida mundana lo aburrió. Al recibir el bautismo a edad adulta, según las costumbres de aquellos tiempos, él quiso alejarse al desierto, pero se quedó en la ciudad solamente por el pedido de su madre.

Mientras tanto el obispo de Antioquia Meletio se enteró de su extraordinaria inteligencia y lo inscribió en el clero. En este tiempo Juan estaba estudiando las Sagradas Escrituras y otras ciencias relacionadas con la teología.

Al fallecer su madre, él pudo cumplir su más gran deseo, durante cuatro años él vivió en un refugio solitario, dos de los cuales en una cueva en absoluta soledad. Los problemas de la salud lo obligaron a regresar a Antioquia. Ahí fue ordenado como diácono y más tarde fue ordenado sacerdote. Los doce años de su servicio en Antioquia fueron los años más felices de su vida. Él predicaba sin parar y participaba de manera muy activa en las alegrías y tristezas de los parroquianos de Antioquia. Muchas veces sus sermones fueron interrumpidos por fuertes aplausos. Juan calmaba al público diciendo: "¿Para qué me sirven sus aplausos? La corrección de la vida y el volver a Dios son los mejores elogios para mí de parte de ustedes". Especialmente él se hizo famoso por sus palabras referidas a las desgracias que amenazaban a la gente de Antioquia por derrumbar las estatuas de los emperadores. Muy pronto, en todo el mundo cristiano Juan se hizo famoso como El Crisóstomo (que significa “Boca de Oro” - este nombre le había dado una mujer al estar muy emocionada con sus palabras). Por eso, después de la muerte del obispo Nectario — el sucesor de San Gregorio El Teólogo, al quedar desocupada la cátedra del arzobispo de Constantinopla, el emperador Arcadio (años 395-408) quiso que Crisóstomo ocupe esta cátedra. Los primeros tiempos de su santidad fueron muy agradables para Juan y él empezó a luchar con todas sus fuerzas contra lo que quedaba del arrianismo, por establecer la paz entre algunos obispos que estaban en conflicto y por corregir al clero y a los parroquianos. Pero esta enérgica actividad le había traído muchos enemigos y la más importante era la emperatriz Eudoxia, la que encabezaba la lucha contra él. Ella era una mujer frívola y ambiciosa. Había atraído a su grupo al Arzobispo Teófilo a cuyo alrededor se unieron los obispos descontentos con Juan. Estos obispos organizaron un concilio (en un lugar que se llamaba Dub, cerca de Constantinopla) y condenaron a Juan a dejar la cátedra y al exilio. "La iglesia del Cristo no comenzó conmigo ni terminará conmigo" — les dijo Juan a los amigos y dejó la capital. Pero la misma noche hubo un terrible terremoto y sus golpes más fuertes se escuchaban en el palacio. Asustada Eudoxia mandó a pedir a Crisóstomo para que regrese a la ciudad. Pasaron dos meses y nuevamente Eudoxia se entregó a sus pasiones y vicios, y Juan la acusó otra vez. Esta vez Juan fue condenado por rebeldía y fue enviado al exilio.

Casi 3 años vivió Juan en Kukusa, una ciudad en Armenia. Después fue enviado a Piziunt (al Noroeste sobre la costa de Mar Negro, actualmente Abjasia). Los rudos guerreros llevaban al santo caminando a través de las montañas con calor y la lluvia torrencial, durante 3 meses. Completamente agotado el Santo había parado en la ciudad Comana del Ponto, y ahí, durante la noche tuvo la visión del Santo Mártir Basilisco (las reliquias del cual yacían en esta ciudad) quien le dijo: "¡No te entristezcas, hermano! Mañana estaremos juntos". Al día siguiente, San Juan comulgó con los Santos Sacramentos y luego se durmió en paz en el Señor, con las palabras: "¡Gloria a Dios por todo!".

En sus numerosas pláticas (casi 800) San Juan Crisóstomo dejó inspiradas explicaciones sobre muchos libros de las Sagradas Escrituras y es considerado por la Iglesia como un sabio intérprete de la Biblia. Compuso el orden de la Liturgia que lleva su nombre. También puso en práctica en la iglesia la procesión con la Cruz y otras piadosas tradiciones. Por sobre todo, él se hizo famoso por la difusión de la Fe Cristiana en el mundo.

(Extraído de la Vida de los Santos, del Obispo Alejandro Mileant)

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  1. Света Три Јерарха. Светитељи: Василије Велики, Григорије Богослов и Јован Златоуст имају сваки посебно свој дан празновања у месецу јануару и то: Василије Велики 1. јануар, Григорије Богослов 25. јануар и Јован Златоуст 27. јануар и 13. новембар. А овај заједнички празник установљен је у XI веку за време цара Алексија Комнена. Једном наста однекуда распра у народу око тога, ко је од ове тројице највећи. Једни уздизаху Василија због његове чистоте и храбрости; други уздизаху Григорија због његове недостижне дубине и висине ума у богословљу; трећи уздизаху Златоуста због његове чудесне красноречивости и јасноће излагања вере. И тако, једни се назваше василијани, други григоријани, а трећи јованити. Но промислом Божјим овај спор би решен на корист цркве и на још већу славу тројице светитеља. Епископ евхаитски Јован (14. јуна) имаде једну визију у сну, наиме: најпре му се јавише сваки од ова три светитеља, напосе у великој слави и неисказаној красоти, а потом сва три заједно. Тада му рекоше: "Ми смо једно у Бога, као што видиш, и ништа нема у нама противречно... нити има међу нама првог ни другог". Још посаветоваше светитељи епископа Јована да им он напише једну заједничку службу и да им се одреди један заједнички дан празника. Поводом овога дивног виђења спор се реши на тај начин што се одреди 30. јан. као заједнички празник за сва три ова јерарха. Овај празник грчки народ сматра не само црквеним него и својим највећим националним и школским празником.

(Пролог Охридски)

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