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JASENOVAC: CAMPO DE CONCENTRACIÓN DEL GENOCIDIO DE LOS SERBIOS DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.




Hoy se conmemora a los serbios asesinados en los campos de concentración de JASENOVAC durante al Segunda Guerra Mundial. Compartimos un artículo escrito por un escritor frances Claude Lopez-Ginisty, que relata de una manera muy cruda pero real, los sufrimientos de los serbios y la no-acción del resto de Europa.


UN GENOCIDIO OLVIDADO: EL GENOCIDIO DE LOS SERBIOS DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

por Claude Lopez-Ginisty


Unos fueron cruelmente atormentados, no queriendo comprar su vida presente, a fin de encontrar una mejor en la resurrección. Otros sufrieron burlas y latigazos, cadenas y prisiones. Fueron lapidados, fueron marcados, fueron probados en toda forma, murieron por el filo de la espada, siendo abandonados, afligidos, perseguidos, ellos, de quien el mundo no era digno. (Hebreos 11:35-38)

Comienzo de la gran represión.

El genocidio del pueblo ortodoxo serbio durante la última guerra mundial, ha sido ampliamente ignorado y cuando es reconocido como tal, se le intenta dar un aspecto puramente político cuando (y así lo prueban los documentos) fue tentativa de un exterminio sistemático de un pueblo a causa de su pertenencia a la religión ortodoxa. El bienaventurado obispo Nicolas Velimirovich (que fue desde los primeros días deportado con el patriarca Gabriel, y en 1944 enviado a Dachau), inscribió por su propia mano, en el calendario de la Iglesia, con la fecha del 31 de agosto (antiguo calendario) a los 700.000 que sufrieron por la fe ortodoxa durante la Segunda Guerra Mundial a manos de los cruzados romanos los ustashis, y que ahora son los Nuevos Mártires Serbios.

El 6 de abril de 1941, la Alemania nazi ataco Yugoslavia. Un oficial croata que entrego a los nazis los planos de las fuerzas aéreas yugoslavas, hizo que toda la aviación fuera derribada y Ante Pavelic « poglavnik » (führer), también croata, incitara a sus compatriotas a unirse a los invasores.

El 8 de abril, se anunció la formación del Estado Independiente de Croacia, siendo el resto de Yugoslavia ocupado por los nazis alemanes y los fascistas italianos, y siendo entregada Macedonia a Bulgaria, y las provincias del Norte a Hungría.

Conviene recordar que Pavelic fue el instigador del asesinato del rey Alejandro de Yugoslavia y de Luis Barthou en Marsella, y que había sido, de hecho, condenado a muerte por la justicia francesa. Estaba a la cabeza una horda fascista-nazi sostenida por la jerarquía romana de su país y por monseñor Stepinac, arzobispo de Zagreb. El claro fin del movimiento ustashi era la lucha por todos los medios « contra la ortodoxia, el liberalismo, la democracia, la masonería, el judaísmo y el bolchevismo ». Y de hecho, comenzó una política de exterminio de ortodoxos, con la bendición y la ayuda de la jerarquía y del clero croata católico. Avro Manhattan, británico, miembro de la Sociedad Real de Autores Británicos, de la Sociedad Real de Literatura, autoridad mundial en el dominio del catolicismo romano y de su política, menciona en su obra « Catholic Terror Today » : « La transformación de la jerarquía católica en una jerarquía ustashi de facto que tuvo una significación terrible ».

Por orden del Ministerio del Interior, los serbios de Zagreb tenían doce horas para abandonar la ciudad, y cualquier croata que los atrapara, los fusilaría al instante.

Los judíos de Croacia debían llevar la estrella amarilla, los ortodoxos serbios un brazalete con la letra P (Pravoslavac=ortodoxo). La escritura cirílica fue prohibida, incluso en los monumentos funerarios. La inscripción « entrada prohibida a los serbios, judíos, nómadas (gitanos) y a los perros », comenzó a florecer en todos los lugares públicos.

El 18 de junio de 1941, Pavelic fue a ofrecer la corona de Croacia al rey de Italia. Este la rechazo y autorizo al duque de Spoleto, sobrino suyo, a recibirla, bajo el nombre de Tomislav II. Pavelic fue recibido a continuación, ese mismo día, por Pio XII. Este último recibió, igualmente en audiencia privada, al futuro rey, la vigilia antes de su coronación.

« El 30 de junio de 1941, el ministro de justicia y de cultos, envió una carta oficial a todos los obispos católicos, en la que el gobierno confirmaba lo que ya había sido concluido con el arzobispo Stepinac, es decir, la continuación de una política de liquidación de la población ortodoxa, esto antes de ser llevado a cabo el rechazo de aceptarlos en el seno de la Iglesia Católica. El deseo del gobierno, según la circular, era que todos los sacerdotes, los maestros, y de hecho todos los intelectuales pertenecientes a la Iglesia Ortodoxa, además de hombres de negocios, industriales y ricos campesinos, no fueran recibidos a ningún precio en la Iglesia Católica. Sólo la población ortodoxa pobre debía ser convertida ».

El martirio del pueblo Serbio.

El martírio del pueblo ortodoxo serbio sobrepaso todo lo que se podía imaginar en sus peores pesadillas. En las ciudades serbias de la región de Bjelovar, 250 personas fueron enterradas vivas; en el pueblo de Otecac, 331 serbios fueron masacrados con su sacerdote, después de que éste fuera torturado hasta la muerte (cortaron a su hijo en pedazos delante de él, le obligaron a recitar la oración de los agonizantes, y después de morir su hijo, le arrancaron el cabello, la barba, y le arrancaron los ojos antes de exterminarlo). En Kosinj, 600 serbios fueron exterminados, y esto solamente durante los primeros meses del Estado Independiente de Croacia. El industrial serbio Milos Teslic, famoso por su bondad, fue torturado y quemado; aún se puede ver a sus verdugos satisfechos en una foto de « recuerdo ». Uno de ellos sostiene en su mano el corazón del industrial martirizado.

En Dvor Uni, el comandante ustashi era un sacerdote católico, Ante Djuri, que daba instrucciones para la conversión forzosa y la eliminación de los recalcitrantes ortodoxos. Desgraciadamente, no fue un caso aislado y veremos que los torturadores y los asesinos fueron, a menudo, ministros del culto romano, y más particularmente monjes franciscanos…

En Susnjari, cerca de Glina, todo el pueblo fue masacrado a excepción de 20 niños, que fueron atados a planchas y rodeados de mechas de paja a las que prendían fuego para que se quemasen por los pies.

Lucas Avramovic, antiguo diputado, y su hijo, fueron crucificados y más tarde quemados en su propia casa en Mliniste.

En junio de 1941, más de 100.000 hombres, mujeres y niños serbios fueron asesinados en pocos días.

El 4 de mayo de 1941, el arzobispo ortodoxo de Banja Luka, monseñor Platón recibió de los ustashis, la orden de abandonar inmediatamente la ciudad. Llamó al obispo católico local para que intercediera ante las autoridades y obtener así más días para prepararse. El obispo católico dio su palabra, pero durante la noche, seis católicos ustashis vinieron a detener al jerarca.

Fue herrado como un caballo y así, tuvo que atravesar la ciudad. A pocos kilometros de allí, agotado, se detuvo y sus verdugos le arrancaron la barba y encendieron un fuego sobre su pecho antes de comenzar su carnicería a golpes de hacha.

Seria fastidioso, triste y vergonzoso tener que citar todo lo que la barbarie ustashi hizo sufrir al pueblo ortodoxo, destruyendo sus iglesias, forzando las conversiones, reuniendo a los fieles en las iglesias para, a continuación quemarlas…

La resistencia descubrió, en agosto de 1941, entre Vlasenica y Kladanj, bebés empalados sobre los muros de una inclusa, con sus pequeños miembros aun retorcidos de dolor, como si fueran enjambres de insectos pegados a las telarañas.

El horror no parece haber tenido límites. El periodista y escritor italiano Malaparte cuenta que en casa de Ante Pavelic, lo veía jugar con objetos. Le preguntó de qué se trataba, y se mostró reacio de decirle que eran juegos que sus fieles ustashis le habían enviado. No era raro, en efecto, para estos siervos celosos de la Nueva Cruzada el hacerse collares con los ojos o las lenguas de los ortodoxos que mataban.

Lo que es más perturbador es, en efecto, este espíritu de Guerra Santa o de Nueva Cruzada que el clero romano y su jerarquía de Croacia proclamaban abiertamente, oralmente y por escrito en sus diversas publicaciones.

« Hasta ahora, mis hermanos, (decía el padre Mate Mogus, de la provincia de Lika), nosotros (como católicos) hemos trabajado por nuestra religión católica con la cruz y el misal; el día ha llegado en que debemos trabajar ahora con la pistola y el fusil ».

« Hasta ahora, Dios ha hablado por las encíclicas papales, y han cerrado sus oídos, Ahora, Dios ha decidido utilizar otros métodos. Preparará misiones, misiones europeas. Misiones mundiales. Serán sostenidas, no por los sacerdotes, sino por los generales de las armadas, conducidas por Hitler. Los sermones serán oídos con ayuda de los cañones, de los fusiles, de los tanques, de las bombas. E lenguaje de estos sermones será internacional ». (Padre Petar Pajic, del órgano del arzobispado de Sarajevo).

La « Veliko Krizarsko Bratstvo » (Gran Hermandad de los cruzados), veía en Pavelic una especie de arcángel enviado por la Providencia. El « Hrvatski Glasnik » (La voz croata), periódico de Acción Católica, enunciaba claramente la ventaja para el Estado Croata y su iglesia del nuevo estado:

« En primer lugar, es la eliminación de la influencia nefasta de la ortodoxia y del bizantinismo del pueblo croata, sobrevenida tras la ruptura de las relaciones entre croatas y serbios, que representa en sí misma una de las mayores ventajas étnicas de nuestra nueva situación ».

En 1942, monseñor Stepinac fue nombrado por Pavelic como limosnero principal de las fuerzas ustashis. Fue agradecido por un Te Deum que hizo celebrar algunos meses más tarde para dar gracias a Dios y pedirle que bendijera al poglavnik Ante Pavelic. El arzobispo Ivan Saric, no mostró el camino a los fieles ante su superior, publicando una Oda al poglavnik que es un [crachat] sobre el rostro de Cristo. En esta oda, se magnifica a Dios, a los croatas y a los « magnificos ustashi » (Pavelic).

El arzobispo Stepinac sabía lo que pasaba con los serbios ortodoxos, sabía que los sacerdotes y las monjas mataban y torturaban, o habían aceptado dirigir campos de concentración pero no hizo nada para oponerse a esto.

El 16 de febrero de 1942, en la radio de Londres, un croata, Veceslav Vilder, salvó el honor de sus conciudadanos y expuso al mundo la infamia del prelado:

« Y ahora, alrededor de este Stepinac, se comentan las peores atrocidades… la sangre fraterna corre como ríos… Los ortodoxos son convertidos a la fuerza al catolicismo, y no escuchamos la voz del arzobispo Stepinac predicando la revuelta. Pero leemos que participa en paradas fascistas y nazis. Y lo que es peor aún: el obispo de Zagreb, Salis-Sevis, en su discurso de año nuevo, glorificó directamente a Pavelic y al arzobispo Stepinac que no reprendió a su obispo… y otro arzobispo católico, Saric, en Sarajevo, compuso para el 24 de diciembre, toda una larga oda a Pavelic ». Lo que este bravo y autentico patriota yugoslavo ignoraba es la extensión de esta colaboración y su horror.

El monje franciscano y sacerdote Miroslav Filipovic dirigió, ayudado por el padre Zvonko Brekalo, el padre Lipovac y el padre Culina, el campo de concentración de Jansenovac donde perecieron 40.000 hombres, mujeres y niños. Este sacerdote mató con sus propias manos a un niño ortodoxo serbio en el pueblo de Drakilic, a fin de mostrar el ejemplo a su batallón de ustashis. En un solo día, siguiendo su ejemplo, 1500 ortodoxos serbios fueron asesinados. El padre Z. Bronkalo fue condecorado por Pavelic con la Orden del Rey Zvonimir.

En 1942, este campo albergaba hasta 20.000 niños ortodoxos, 12.000 de entre los cuales fueron matados a sangre fría. Después de la guerra, un fiel seguidor católico croata, Ante Urban, acusado de haber matado a cientos de niños, declaro que la acusación era una pura mentira ya que no había matado más que a 63 personalmente.

El padre Grga Blazevic era el segundo del campo de concentración de Bosanki-Novi. Monseñor Dionis Juricev bendijo con anterioridad a estos sacerdotes torturadores, cuando anuncio en Staza « que todos los serbios que rechazaban convertirse al catolicismo debian ser asesinados « … ».

Ante Klaric, monje franciscano de Trasmonica, declaró en un sermón: « ¡Sois como niños pequeños que vais aún en pañales, porque aún no habéis matado a un solo serbio! Si no tenéis armas, servíos de hachas, de hoces y allá donde encontréis a un serbio, cortadle la garganta ».

El padre Srecko Peric, del monasterio de Gorica, cerca de Livno, también llamaba a la masacre en estos términos: « Matad a todos los serbios. Matad en principio a mi hermana que se casó con un serbio y a continuación a todos los serbios. Cuando hayáis terminado el trabajo, venid a la Iglesia, os confesaré y os liberaré del pecado »

De vez en cuando estos extraños discípulos de Francisco de Asís organizaban concursos de degollamiento de ortodoxos. El campeón incontestable de esta diversión piadosa fue un miembro de la organización religiosa-militar de los Krizari (cruzados), estudiante del colegio franciscano de Siroki Brijeg, que degolló en la noche del 29 de agosto de 1942 a 1360 personas. Fue nombrado « rey de los degolladores » y recibió un reloj de oro, un colgante de plata, un lechón asado y una botella de vino.

El campo de Jansenovac, dirigido por el sacerdote franciscano Miroslav Filipovi, estaba equipado con hornos. Servían para quemar vivos a algunos de los detenidos. Desde 1942, los niños, (judíos en su mayoría) eran quemados allí. Las cenizas de los cadáveres servían para fabricar jabón.

El gran silencio

Es triste tener que decir que los católicos croatas permanecieron la mayor parte del tiempo mudos ante los horrores perpetrados por sus correligionarios. Fueron algunos musulmanes los que protestaron contra las persecuciones de los serbios ortodoxos y judíos, a los cuales ofrecieron asistencia. (Otros musulmanes se aliaron a las hordas ustashis y algunos tuvieron sus propias divisiones de SS al lado de los nazis…).

« Tomad las armas contra los verdugos ustashis, abrid las puertas de vuestros hogares a los serbios perseguidos y salvad a sus hijos y sus bienes. El ardor ustashi avido de sangre, se dirige hoy contra los serbios, pero, mañana, será vuestro turno » (Omer Kajmakovic)

Un solo sacerdote de Zagreb hizo un sermón contra las persecuciones, el padre Josip Loncar. Fue detenido y condenado a muerte, siendo su pena conmutada a continuación por trabajos forzados. Preferiríamos que la lista fuera más larga… Desearíamos que monseñor Stepinac, jefe supremo de los católicos croatas, hubiera hecho escuchar su voz. Hubiéramos deseado que el Vaticano hubiera intervenido…

El Dr. Zelimir Mazuranic, católico croata y antiguo presidente del senado de Yugoslavia, se suicidó porque « ya no podía vivir en un estado de criminales ».

El Dr. Prvislav Grizogono, católico croata, antiguo ministro, escribió a monseñor Stepinac en 1942 para pedir al prelado « la condena más rigurosa de los sacerdotes que, sin tener en cuenta la sotana y su sacerdocio, participaron, de la forma que fuese, en las atrocidades de los ustashis, y esto sin consideración de su rango en la jerarquía religiosa ».

No recibió ninguna respuesta… Monseñor Stepinac nunca tomo represalias contra los que, como él, eran celotes de la nueva cruzada contra la Ortodoxia.

Los católicos de Eslovenia, se unieron a los hermanos de Croacia. Escribieron al arzobispo católico de Belgrado « pidiéndole que transmitiera a la santa sede una memoria de la que extraemos esta frase: « En el estado independiente de Croacia, todos los obispos y sacerdotes ortodoxos fueron, ya asesinados, ya encarcelados o internados en campos de concentración; sus iglesias y conventos destruidos y sus bienes confiscados ». No hubo respuesta.

Muchos niños serbios ortodoxos cuyos padres habían sido martirizados, fueron incorporados a la masa croata gracias a la sociedad Caritas, controlada por el arzobispo de Zagreb, y nunca fueron devueltos a su nación.

Según las estimaciones, alrededor de 750.000 y 800.000 serbios ortodoxos fueron masacrados en Croacia, entre ellos alrededor de 182 miembros del clero. El Vaticano permaneció en silencio durante la guerra y tras ella, la carnicería croata de sus ustashis, clérigos franciscanos, jesuitas y otras órdenes.

Una única y sola voz en Roma, protestó contra el exterminio del pueblo serbio ortodoxo: la del cardenal Tisserant, que en una conversación privada con el Dr. Rusinovic, embajador de los ustashis en Roma, le hizo partícipe de su desacuerdo. En su conversación con el ministro de Asuntos Exteriores del Estado Croata, el 6 de marzo de 1942, este le menciona lo que le dijo el prelado:

« He sabido que un sacerdote tomo el mando de un grupo de hombres armados y que destruyeron iglesias ortodoxas. También sé, por una fuente fiable, que los hermanos franciscanos de Bosnia Herzegovina se comportaron de forma muy lamentable. Tales acciones no habrían sido cometidas por hombres civilizados y, mucho menos, por sacerdotes ».

Esta era una conversación privada. Nunca hubo condena formal o « ex cathedra » del genocidio perpetrado por los ustashis, por la jerarquía latina, por el papa de Roma o por sus cardenales.

Ante Pavelic, gracias a complicidades eclesiásticas, pudo escapar con las riquezas robadas a los ortodoxos, a los judíos y a los musulmanes. Con él, 4.000 de sus secuaces fueron acogidos en países católicos. Algunos fueron ocultados en Austria. Se dice que monseñor Garic murió en Friburgo, Suiza, monseñor Saric se fue a Madrid, a un monasterio. Ante Pavelic siempre estuvo revestido con sotana en los conventos de Saint Gilgen, en Austria. Siempre con sotana, permaneció en Roma, o bien con el nombre de padre Gomez o padre Benarez, y siempre se ocultó en un convento. « Cuando los servicios secretos yugoslavos encontraron su rastro, se refugiaba (según lo cuenta un periodista italiano que lo afirma, tras haberlo encontrado y entrevistado) en Castelgandolfo, residencia de verano de los papas. A continuación escapo a Argentina gracias a un clérigo romano. Por entonces tenía un pasaporte entregado por la Cruz Roja Internacional. Residió en Buenos Aires con el nombre de Pal Aranyos. Se estableció a continuación en Madrid, donde en 1959, murió provisto con los sacramentos de la Iglesia y después de haber recibido la bendición del buen papa Juan XXIII. Tenía en su mano el rosario que le regalo el papa Pio XII durante su visita al Vaticano.

Algunos fueron capturados y encarcelados, pero sin embargo « …la masa de la plaga ustashi salió de los campos de concentración aliados, revestidos a menudo, como Pavelic, con una sotana… »

Monseñor Stepinac fue detenido y condenado a 16 años de prisión. La máquina de guerra vaticana fue quebrada, la desinformación cumplió su cometido, el sostén de los verdugos ustashis fue presentado como el defensor de la cristiandad. Era el inicio de la guerra fria…

Más tarde, la Yugoslavia comunista en crisis politica con la URSS, se acercó ligeramente a occidente, monseñor Stepinac fue puesto en semi libertad durante el invierno de 1951, y en 1953 fue hecho cardenal (« Formamos para usted votos paternos, querido hijo, ya que habéis adquirido tantos méritos », le escribía Pio XII). Esta recompensa del Papa vino poco después de la dignidad de la Gran Cruz con Estrella que el poglavnik Pavelic acababa de concederle a monseñor Stepinac por los servicios prestados al estado croata como arzobispo de Zagreb.

Las reacciones expuestas por monseñor Tisserant, « muestran perfectamente que el Vaticano conocía realmente la situación. El papa no podía, pues, ignorarlo, ya que había provocado en la opinión pública mundial una verdadera consternación. De todas formas el delegado apostólico de Zagreb, el abad Marcone, no podía permanecer ajeno; era todos los días un testigo observador: Las masacres en masa de la población serbia, conversiones forzadas de ortodoxos al catolicismo, pillaje y destrucción de iglesias ortodoxas, sinagogas y confiscación de sus bienes. Lo vio todo. En su calidad de delegado apostólico, solamente enviaba a la Santa Sede informes regulares de lo que el constataba ¿Cómo explicar el silencio de Pio XII? ¿Había tomado la decisión de callarse por la influencia del ala extremista de la Curia romana ya que simpatizaba con los fascistas, o bien temía, en el caso de que hubiera hecho escuchar su voz, a las represalias de Hitler? Si el papa hubiera expuesto su indignación, ¿el dictador alemán habría contestado persiguiendo a los católicos? Esta hipótesis no parece que deba tenerse en cuenta porque los crímenes de Pavelic eran diferentes a los de Hitler. Una condena pontificia Urbi et Orbi de los crímenes del régimen ustashi habrían sido bien acogidos en Berlín, que tenía necesidad de paz y orden en Croacia. (Conviene señalar que los nazis y los fascistas italianos estaban escandalizados de los crímenes ustashis). Por otra parte, la jerarquía católica croata habría rechazado apoyar a Pavelic, cuyo poder lo habría condenado a muerte desde el principio.

La verdad del silencio del papa está en otra parte. Es el periódico suizo Basler Nachrichten el que, en uno de sus números de 1942, da un punto de partida a esta cuestión turbadora, aunque no la aborda más que en el tema de Rusia: « Una de las cuestiones que propone la acción alemana en Rusia y que interesa al Vaticano en mayor medida es la evangelización de la población de este país. » Era, pues, la conversión de los ortodoxos al catolicismo, ya fuera en Rusia o en Croacia, lo que interesaba al papa. En lo que concierne a Rusia notablemente, el Vaticano había concluido, siguiendo los Mensajes de Pio XII al mundo (Ed. Spes), un acuerdo con Berlín sobre este tema, acuerdo que lo autorizaba a enviar misioneros católicos a la Rusia ocupada ».

Conclusión

En su estudio The Realignment of Europe, Arnold Toynbee, historiador y filósofo inglés, escribe a propósito de este genocidio: « Centenares de miles de serbios han sido masacrados por los ustashis de Pavelic, y sacerdotes católicos han estado implicados en estos asesinatos. La jerarquía católica nunca se ha alzado contra estos crímenes y algunos obispos han llegado incluso hasta a hacer un elogio del régimen instituido por Pavelic. Miles de serbios escaparon de la muerte convirtiéndose al catolicismo, lo cual les confería automáticamente el estatus nacional croata y anulaba su estatus nacional serbio, siendo la religión el único medio para distinguir a un serbio de un croata. Stepinac no protesto contra estas conversiones masivas y nunca dio instrucciones a sus sacerdotes para tener que rechazarlas ».

No hay que decir que las conversiones forzosas estuvieron seguidas con un regreso a la Ortodoxia cuando la soldadesca ustashi-franciscana fue privada de su poder.

La fosa en la que fueron arrojados 86.000 mártires de la Ortodoxia en Jadovno es hoy en día un lugar de peregrinación de la Serbia ortodoxa: las reliquias de estos mártires emanan perfume.

¿Por qué hablar de estos hechos pasados?

Para que sean venerados nuestros hermanos serbios ortodoxos, mártires de nuestra Santa Iglesia: en efecto, pocos ortodoxos conocen este genocidio del pueblo serbio.

Hace años, el soberano pontífice precedente del Vaticano, propuso como modelo de la unidad de los cristianos y como su santo patrón de algún modo, al innoble perseguidor de ortodoxos Josafat Konsevic, que fue canonizado sin duda por sus crímenes inexpiables contra la Ortodoxia. Y canonizó a continuación al repugnante verdugo de nuestros hermanos serbios ortodoxos, al inmundo Stepinac.

Por eso, no debemos olvidarlo, sobre todo en un momento en el que cada vez más iglesias y monasterios son destruidos en Kosovo, y cuando nuestros hermanos ortodoxos son asesinados ante la indiferencia criminal de las grandes potencias.


Claude Lopez-Ginisty

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« Y uno de los ancianos, tomando la palabra, me pregunto: ‘Estos que están vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son?’. Y yo le dije: ‘Señor mío, tú lo sabes’. Y él me contesto: ‘Estos son los que vienen de la gran tribulación y lavaron sus vestidos, y los blanquearon en la sangre del cordero. Por eso están delante del trono de Dios, y le adoran día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono fijara su morada con ellos. Ya no tendrán ni hambre ni sed; nunca más los herirá el sol ni ardor alguno, porque el Cordero, que está en medio, frente al trono, será su pastor, y los guiara a las fuentes de las aguas de vida, y Dios les enjugara toda lagrima de sus ojos » (Apocalipsis 7:13-17).

Por las oraciones de los nuevos mártires serbios, Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros y sálvanos, pues Tu eres bueno y amante de la humanidad. Amen.

Traducido por P.A.B


BY CRISTIANOORTODOXO ON JULIO 14, 2014







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