Oraciones que se rezan el día de hoy - Domingo de la Cruz, Santos Mártires de Sebaste y Oración por
Tercer Domingo de la Gran Cuaresma: Veneración de la Santa Cruz
Los Cuarenta Mártires de Sebastes
De la Resurrección
1. El fruto que me mató era hermoso y bueno para comer. Cristo es el Madero de la vida. Si como de Él, no moriré, sino clamaré con el ladrón: ¡Recuérdame, oh Señor, en Tu Reino!
2. Fuiste levantado en la Cruz, oh Compasivo, y borraste el decreto de los antiguos pecados de Adán, y salvaste del engaño a todo el género de los mortales, por lo cual Te cantamos, oh Señor Benefactor.
3. Oh Compasivo, clavaste nuestros pecados a la Cruz, oh Cristo, y diste muerte a la muerte por Tu muerte, y levantaste a los muertos de entre los muertos. Por lo cual nos postramos ante Tu augusta resurrección.
4. La serpiente derramó su veneno en los oídos de Eva, mas en el Madero de la Cruz Cristo vertió sobre el mundo la dulzura de la vida. ¡Recuérdame, oh Señor, en Tu Reino!
De la Veneración de la Cruz (Cántico III)
5. Venid, cantemos un cántico nuevo y celebremos la destrucción del Hades, porque Cristo ha resucitado de la tumba, ha capturado la muerte, y ha salvado el universo.
6. Venid, oh fieles, no saquemos agua corruptible de una fuente que brota, sino la manantial de la iluminación, por venerar la Cruz de Cristo en la cual nos jactamos.
7. Tu Cruz, que Moisés antaño prefiguró con sus palmas, ahora la abrazamos y ahuyentamos al Amalec noético, oh Soberano Cristo. Mediante ella somos salvos.
8. Oh fieles, con ojos y labios puros entonemos una melodía de júbilo. Veneremos la Cruz del Señor con gozo, dando palmadas con cantares.
De los 40 Mártires de Sebaste (Cántico VI)
9. El que causó el mal se alegró cuando arrebató al que se cayó de los Cuarenta, así como había arrebató al desgraciado Judas de los Doce y al hombre de Edén.
10. El sinvergüenza bufa en vano, porque así como antaño por el ladrón y por Matías, ahora también el tirano se despedaza por el llamado de un guardián.
11. Oh poderosos, habéis aparecido como despiertos y sobrios guardianes del género humano e intercesores de súplicas, y habéis sido puestos como auxiliadores de los afligidos.
12. En ti he puesto la esperanza de mi salvación, oh Madre Siempre-Virgen, y te he designado como la firme e inquebrantable intercesora de mi vida.
Troparios y Kontaquios
Tropario de la Resurrección, Tono VII: Destruiste la muerte por Tu Cruz. * Abriste el Paraíso para el ladrón. * Cambiaste la lamentación de las mirróforas, * y mandaste a Tus Apóstoles * a proclamar que has resucitado, oh Cristo Dios, * concediendo al mundo gran misericordia.
Tropario de la Cruz, Tono I: Señor, salva a Tu pueblo * y bendice Tu heredad. * Concede la victoria a los cristianos ortodoxos * sobre sus enemigos, * y por Tu Cruz * conserva a Tu comunidad.
Tropario de los 40 Mártires, Tono I: Señor que amas a los hombres, sé importunado para sanar las aflicciones de los santos y todos nuestros dolores, Te suplicamos.
Contaquio de la Resurrección, Tono VII: El dominio de la muerte ya no podrá retener a los mortales, * porque Cristo descendió, quebrantando y destruyendo las potestades de la muerte. * El Hades está amarrado. * Los profetas se regocijan con una sola voz, diciendo: * Llegó el Salvador a los en la fe. * Oh fieles, salid a la resurrección.
Contaquio de los 40 Mártires, Tono VI: Oh Cuarenta Campeones del Señor, * abandonasteis el ejército de este mundo * y os adheristeis al Soberano, * porque pasasteis por fuego y agua, oh bienaventurados, * y os llevasteis gloria de los cielos * y una multitud de coronas.
Contaquio de la Cruz, Tono VII: La espada llameante ya no vigila la entrada de Edén, * porque le llegó una extinción extraña: el Madero de la Cruz. * Se ha sacado el aguijón de la muerte * y la victoria del Hades, * y viniste, oh mi Salvador, a los en el Hades, clamando: * Entrad de nuevo en el Paraíso.
En vez del Trisagio, se canta a la Cruz:
Ante Tu Cruz nos postramos, Soberano, y Tu santa Resurrección glorificamos. Tres veces
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Y Tu santa Resurrección glorificamos
Ante Tu Cruz nos postramos, Soberano, y Tu santa Resurrección glorificamos.
La Epístola
Lector: El Proquímeno en el Sexto Tono: Salva, Señor, a Tu pueblo, y bendice a Tu heredad (Salmo 27:11).
Coro: Salva, Señor, a Tu pueblo, y bendice a Tu heredad.
Lector: A Ti, clamaré, Señor; no enmudezcas conmigo (Salmo 27:1).
Coro: Salva, Señor, a Tu pueblo, y bendice a Tu heredad.
Lector: En el Quinto Tono: Tú, Señor, nos guardarás y custodiarás de esta generación y por siempre (Salmo 11:8).
Coro: Tú, Señor, nos guardarás y custodiarás de esta generación y por siempre.
Lector: Lectura de la Epístola del Santo Apóstol Pablo a los Hebreos:
Hebreos 4:14-5:6
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados;
para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad;
y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo.
Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.
Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy.
Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.
Hebreos 12:1-10
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;
y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.
Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
Lector: Aleluya en el Primer Tono.
Coro: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Lector: Acuérdate de Tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos (Sal. 73:2).
Coro: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Lector: Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo, El que obra salvación en medio de la tierra (Sal. 73:12).
Coro: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Lector: En el Cuarto Tono: Jubilad a Dios, toda la tierra; cantad, y regocijaos y tañed (Sal. 97:6).
Coro: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Evangelio:
Marcos 8:34-9:1
Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.
Mateo 20:1-16
Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.
Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados;
y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.
Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?
Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo.
Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.
Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.
Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,
diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.
El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario?
Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti.
¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?
Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.
Versículos de Comunión:
La luz de Tu rostro, oh Señor, está señalada sobre nosotros (Salmo 4:7).
Regocijaos, justos en el Señor, a los rectos conviene la alabanza (Salmo 32:1).
Antes de la exclamación de despedida (tanto en la Divina Liturgia, como en las vísperas y matutinos) el sacerdote dice: ¡Roguemos al Señor!
Creyentes: ¡Señor, ten piedad!
El sacerdote recita esta oración, mirando hacia el este:
Oh Señor nuestro Dios, que eres abundante en misericordia y que administras nuestras vidas con tu sabia providencia, escucha nuestra oración, recibe nuestro arrepentimiento por nuestros pecados, detiene la nueva enfermedad infecciosa (del Coronavirus), así como una vez dejaste de castigar a la gente en tiempos del emperador David.
Tú, que eres el Médico de nuestras almas y cuerpos, concede la recuperación a los enfermos, levantándolos rápidamente del sufrimiento para que puedan glorificarte a Ti, nuestro Misericordioso Salvador, y asimismo protege a los sanos de cualquier enfermedad.
Bendice Señor, fortalece y protege con tu Gracia a todos aquellos que, con amor a la humanidad y sacrificio, cuidan de los enfermos en sus hogares y hospitales.
Elimina toda enfermedad y sufrimiento entre las personas y enséñanos a valorar la vida y la salud como dones Tuyos.
Danos Dios, tu paz, y colma nuestros corazones con una fe firme en Tu protección y en la esperanza en Tu apoyo, y con amor a Ti y al prójimo.
Porque tú eres Dios de misericordia y nos salvas, y te elevamos gloria: ¡Oh, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos!
Creyentes: Amén.