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Presentación en el Templo de la Santísima Virgen María


Nacida por la Gracia Divina concedida a sus padres por causa de sus plegarias, la Santísima Virgen María vivió con ellos desde su nacimiento hasta la edad de tres años. Desde los primeros años ellos le inculcaban el hecho, que Ella pudo nacer solo gracias a las ardorosas súplicas y oraciones a Dios y por ello ya antes de Su nacimiento había sido consagrada a Él. Por ello Su lugar — estaba en el templo del Señor donde iba a ser educada según la ley de Dios.

Esta intención de Joaquín y Ana — de consagrar a Dios a su hija — fue conocida en Jerusalén, y para este acontecimiento se congregaron sus parientes, amigos, y conocidos, y entre ellos las jóvenes coetáneas de la Santa María.

Las niñas que acompañaban a la Santísima Virgen María en el camino al Templo portaban cirios encendidos e iban cantando salmos. Acercándose esta marcha al templo, salieron a Su encuentro los sacerdotes, encabezados por el sumo sacerdote.

A la gradería del templo, según las palabras del beato Jerónimo, se llegaba por quince escalones — así como era el número de grados de los salmos. Dejada por su madre en el primer escalón la Santísima Virgen María por sí misma ascendió los escalones restantes hasta el mismo andamio del templo. Entrando al templo el sacerdote Zacarías, inspirado por el Espíritu Santo, La introdujo en el Santuario, dentro del lugar Santísimo, donde a nadie se le permitía entrar, sino solo al sumo sacerdote y — solamente una vez por año.

Esta introducción en el santuario de la Santísima Virgen extrañó no sólo a los presentes, sino también a los Ángeles, invisiblemente allí presentes, quienes como se canta en el "Zadostoinik" (Benemérita) de la celebración, "los que vieron se extrañaron, como la Virgen entró en lo Santo de lo Santísimo."

El justo Zacarías ubicó a la Santa Virgen en la casa del templo, para habitar allí. El templo tenía a su alrededor varios anexos, donde vivían los que servían en él. Allí se encontraba también el asilo para doncellas.

Los santos y justos Joaquín y Ana, dejando a la Santísima Virgen María en el templo, regresaron a su casa, conscientes de que su Hija, como don Divino enviado, era el sacrificio que ellos hacían a Aquel, de Quien La habían recibido.

Durante Su vida permanente en el templo la santa Virgen María quedó bajo la tutela y dirección de devotas preceptoras, quienes Le enseñaron las Santas Escrituras, así como también diversas labores manuales.

Según las palabras de San Juan Damasceno: estando alejada de la compañía de hombres y mujeres no rectos moralmente, en el templo ella vivía de una manera, que representaba un ejemplo de la forma de vida de la mejor y mas purísima Virgen en comparación con las demás. Alerta en la oración, modesta, humilde, mansa y dulce, estas eran Sus cualidades distintivas.

Su día en el templo se distribuía de la siguiente manera: desde temprano en la mañana oraba, luego leía las Santas Escrituras, después de lo cual comenzaba con las labores manuales. Su día finalizaba también con oraciones.

Con el tiempo, habiendo aprendido las Santas Escrituras, la Santísima Virgen María puso especial atención en las profecías de Isaías, quien escribió con respecto al Mesías: "He aquí, La Virgen recibirá en Su seno y dará a luz un hijo, y Le pondrán por nombre: Emanuel." Meditando sobre este texto, Ella ardía en el deseo de ver a Tal Bendita Virgen, que se haría digna de ser la madre del Salvador de la humanidad.

Siendo muy joven, la Purísima Virgen perdió a Sus padres. Quedando huérfana, Ella se dedicó completamente a Dios, sin pensar ni siquiera un poco en el amor terrenal o en la vida familiar. Habiendo hecho la promesa de la virginidad, fue la Primera en abrir el camino del total servicio a Dios, el cual mas adelante fue seguido por numerosos ascetas cristianos.

Al cumplir la Santísima Virgen María los quince años, el sumo sacerdote y los sacerdotes comenzaron a aconsejarle dejar el templo y, como correspondía en aquella época, contraer matrimonio. Ante esto la Purísima les hizo saber Su promesa de permanecer por siempre virgen, lo cual les extrañó por sobre manera. Según las enseñanzas de los rabinos cada israelita hombre o mujer debía contraer matrimonio.

Y he aquí que al sacerdote Zacarías le surgió un dilema: por un lado la ley no permitía que una joven, llegada a la madurez, permaneciera en el templo, y por otro lado no quería obligar a la Santa Virgen a transgredir el voto que Ella había hecho.

Meditando sobre esto él ideó el siguiente compromiso: ofrecerle a un familiar, al anciano José, que fuera Su tutor. Para cumplir con la ley, debía desposarse formalmente con Ella, pero en los hechos — debía ser solo el guardián de Su promesa. Siendo él una persona benévola y compasiva, aceptó esta propuesta, con la condición de que Ella se trasladase a Nazaret donde él residía.

Después de los esponsales el justo José, con la Santísima Virgen se dirigieron a Galilea, a su ciudad, Nazaret. La Santísima Virgen María estaba apenada por tener que abandonar el templo. Mas viendo en todo la voluntad Divina, aceptó obedientemente la providencia Divina.

Acerca de la vida de la familia de José la tradición posee sólo datos dispersos. Por su edad podía ser abuelo de la joven doncella. Siendo viudo de su difunta esposa Salomé, tenía cuatro hijos, Jacobo, Josué, Simón y Judas y también dos hijas: María y Salomé. En el Evangelio se les llama hermanos y hermanas de Nuestro Señor Jesucristo. Aunque el justo José provenía de familia de reyes, por ser descendientes del rey David, vivía muy humildemente, ganándose el sustento diario trabajando como carpintero. Poseía mansedumbre, era temeroso de Dios y muy amante del trabajo.

Troparion Tono 4: Hoy es el preludio de la buena voluntad de Dios hacia nosotros, y el principio de la salvación de la humanidad. Hoy la virgen es presentada (claramente) en el templo de Dios anuncia a todos la venida de Cristo, por lo tanto clamemos a Ella en voz alta: regocíjate, Tú que eres el cumplimiento de la providencia del Creador.

Kondaquion Tono 4: El más puro templo del Salvador, la preciosa cámara nupcial y Virgen, el sagrado tesoro de la gloria de Dios, es traído en este día a la Casa del Señor, trayendo con ella la gracia que está en el Espíritu Divino. Y los Ángeles de Dios le cantan alabanza: Ella es el tabernáculo celestial.

Según lo testifica San Ambrosio de Mediolan, la Santísima Virgen María en Su vida posterior "era Virgen no sólo corpórea sino también espiritualmente, en su corazón — era humilde, en las palabras — era sabia, prudente, no ofendía a nadie, deseaba el bien a todos, no despreciaba al indigente, en las conversaciones — pudorosa, en el habla — no presurosa, no se burlaba de nadie. Su aspecto era la imagen de la perfección interior. Todos Sus días los convirtió en ayuno, dormía solo cuando así lo necesitaba, y aún cuando Su cuerpo reposaba, Su espíritu velaba repitiendo en sueños lo leído o meditaba sobre el cumplimiento de las intenciones que se había propuestas, o trazando nuevas. Se alejaba de Su casa solo para ir al templo — y aun así, solo acompañada de parientes. Y aunque se encontrare fuera de Su casa y estuviere acompañada por otros, Ella Misma era el mejor guardián de Sí Misma; los demás sólo resguardaban Su cuerpo, más por Sus costumbres velaba Ella Misma."

(Fuente: www.fatheralexander.org)

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