Hagiografía de San Justín Popovich
Vida del Archimandrita de Chelije, nuestro Padre JUSTINO Popovich que pasó a la gloria del Señor Jesucristo el día 25 de marzo de 1979,
escrito por el R.P. Daniel Rogich.
En el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo:
Es al amor divino que se refiere el Cantar de los cantares así: «me robaste el corazón… me robaste el corazón…» (4, 9), pues éste consume a unos y a otros transfigura, fulgorosos y gozosos, anunciando «…en él confió mi corazón y he recibido ayuda: mi carne de nuevo ha florecido…» (Sal 28 [27], 7), en otra parte «corazón alegre hace buena cara» (Pr 15,13) y de Clímaco tenemos: «el cuerpo del ser impregnado del amor de Dios, refleja como el espejo, el resplandor del alma y la luminosidad de Moises cuando se le manifestó el Señor» (Ex. 34, 29-35).
Nuestro Santo Padre Justino, el abad del monasterio de Chelije nació en 1894 en la localidad de Valjevo en Serbia occidental, coincidiendo con la festividad de la Anunciación, el día 25 de marzo. Era hijo del sacerdote Padre Spiridón Popovich y su esposa, Doña Anastasia y procedía de una familia sacerdotal. Contaba con siete generaciones de sacerdotes entre sus antepasados Popovich, apellido que se traduce como «hijo de sacerdote», y al que después se le sumaría el nombre Blagoje, de «blagovest» que significa la Anunciación o Buena Nueva en honor de la solemnidad. El pequeño Blagoje se encaminó en el servicio a la santa Iglesia de Dios a una tierna edad gracias al ejemplo de piedad cristiana y pureza en Cristo que experimentó en su entorno familiar. Visitaba con frecuencia siendo niño el monasterio de Prohor Pchinjsqui, cuyo santo patrono, San Profor el Milagroso, en manifestación del poder de Dios intervino en la curación de Doña Anastasia, la madre del pequeño.
Parece que el joven Blagoje era un magnífico alumno, distinguiéndose por su amor a las Sagradas Escrituras y sus conocimientos del Evangelio, cuyos estudios emprendió a los catorce años y continuó a lo largo de toda su vida. Tal era su amor por la Palabra de Dios que siempre llevaba encima un ejemplar del Nuevo Testamento que consultaba y del cual leía tres capítulos diarios.
Terminados sus cuarto años escolares en Vranje hacia 1905, ingresó, como era la costumbre entre los Popovich, en el Seminario de San Saba de Belgrado para emprender la carrera de nueve años en humanidades y religión. A principios de siglo, el Seminario se destacaba por su ascetismo y la calidad de su enseñanza siendo reconocida por ello en todo el mundo ortodoxo, además de ser regentada por ilustres personajes como son los padres Domencio y Dositeo (que luego llegó a obispo), los señores Atanasio Popovich y Stevan Mocranjac, famoso compositor de música eclesiástica, y el monje, Dr. Nikolai Velimirovich, cuya memoria celebramos el 18 de marzo. Este último desempeñó un papel particularmente importante en la vida del joven pues fue por él que Blagoje conoció la pureza de la vida ascética en Cristo Señor, la fuerza doctrinal extraordinaria de los grandes Padres de la Iglesia y la disposición, tanto espiritual como intelectual indicada para escudriñar los temas de actualidad de más importancia para la filosofía y la teología. En definitiva, estos dos genios espirituales, Blagoje y Nikolai, poseían tal compromiso con Cristo Nuestro Señor que les dotaba de una visión de la vida plenamente Ortodoxa, y de dos voces de tales facultades espirituales que se consideran las más significativas para la Iglesia Ortodoxa serbia de nuestros tiempos. Pues ambos logran «enunciar el amor en la verdad» a un mundo pasajero.
Encontraron juntos el bálsamo que obra la cura de los males de este mundo: las doctrinas de las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres de la Iglesia y el ejemplo de los santos. A estos últimos los calificaban de «la biblia en vida,» «el dogma encarnado» y la fuente de la teología Ortodoxa por la que se impregna el hombre de la experiencia de Dios y de la verdad pedagógica existencial y eterna.
Hacia 1914, el seminarista Blagoje terminó la carrera en el Seminario de San Saba de Belgrado a la edad de veinte años y deseando dedicarse a la vocación monástica, buscaba entregarse al compromiso radical con Cristo. Sentía profundamente la proximidad de las palabras del salmista: «una cosa he pedido... morar en la Casa del Señor, todos los días de mi vida, para gustar de la dulzura del Señor y cuidar de su Templo,» (27[26], 4). Pero a raíz del inicio de la 1ª Guerra Mundial en 1914 y al decaimiento de sus padres, aplazó su ingreso en el orden monacal.
El otoño de 1914 trajo consigo la amargura de sufrimientos ocasionados por la guerra durante la cual el soldado Blagoje enlistó en el ejercito. Sirvió como enfermero en prácticas en las localidades del sur de Serbia-Skadar, Nish, Kosovo hasta sucumbir a un tifus ese mismo invierno. Pasó un mes ingresado en el hospital militar de Nish hasta reincorporarse a su pelotón el día 8 de enero de 1915.
Volvió a Skadar ese mismo año para festejar la solemnidad de su Santo patrono, San Nicolás, y para postrarse ante el Metropolita Demetrio que subiría al trono patriarcal cuando se restableciera el patriarcado en 1920. Poco después, recibiría la tonsura monástica en la iglesia de Skadar tomando por nombre Justino en honor del excelentísimo filósofo y mártir de Cristo, San Justino Filósofos. Su imitación del santo le saldaría dones y beneficios espirituales innumerables y recibiría de Dios la gloria como filósofo y aspirante a las verdades cristianas.
Habiendo llegado así al estado monacal gracias a la bendición del Metropolita, Justino y un pequeño núcleo de estudiantes partieron rumbo a Rusia, ingresando allí en el Seminario Ortodoxo de Petrograd donde emprendería un año de estudio. Fue la primera vez que se dedicaría enteramente a la Ortodoxia y la vocación angelical. Allí conocería la mística de los grandes ascetas rusos: Santos Antonio y Teodosio de las Cavernas de Kiev, Serafino de Sarov, Sergio de Radonezh, Ivan de Cronstadt y otros muchos. Allí se entusiasmaría por la espiritualidad y la piedad del pueblo ruso al igual que la religiosidad popular del campesino.
Ingresó en la Escuela Teológica de Oxford con la bendición de su padre y asesor espiritual, Nikolai, donde cursó entre Noviembre de 1916 y Mayo de 1919 los estudios de doctorado. No obstante, ante el rechazo de su tesis titulada «Sobre la filosofía y religión de Dostoevski,» regresaría a Belgrado al finalizar la guerra. A su regreso, se adjuntó a la facultad del Seminario de Karlovac de la provincia de Srem. Aportó nuevo entusiasmo al estudio de los antiquísimos relatos de las vidas de los santos relacionándolo con el estudio teológico fundamental. Invertió celosamente su empeño y esfuerzo en la traducción de la hagiografía de la Iglesia Ortodoxa a la lengua moderna serbia. Se fue a Grecia para terminar los estudios doctorales. Después de dos años en la Escuela de Teología de Atenas, habiendo formalizado su inscripción en Septiembre de 1919, viajó por toda Grecia durante esos años, donde llegó a conocer a fondo el patrimonio espiritual cristiano denominado el legado Bizantino. En 1920, el seminarista Justino fue ordenado diácono y emprendió el servicio de la Iglesia integrándose en el culto y la liturgia desde su nuevo papel de líder. A medida que incrementaba su vida litúrgica y ascética, Justino cosechaba grandes frutos espirituales y adquirió fama de santo asceta en toda Grecia por su gran devoción. Se conoce que durante el transcurso de este periodo el Espíritu Santo le concedería el don del «umilenije» con lágrimas al padre Justino por sus incesantes plegarias al dulcísimo Jesús.
Al finalizar el doctorado en Mayo de 1921, el Padre Diácono Justino regresó a su puesto docente en la facultad del Seminario de Sremski Karlovac donde impartiría los cursos de Nuevo Testamento, dogmática, patrística, y hagiografía. Es mas, se conoce que daba inicio a todas sus clases con la siguiente oración: «Dulcísimo Señor, por el poder de tu Santo Evangelio y tus Apóstoles, amaéstrame y anuncia en mi tu palabra.»
Para la festividad del Martirio de San Juan Bautista del año 1922, el venerable Justino fue ordenado al sacerdocio por S.S. Patriarca Demetrio. A lo largo del acto litúrgico Justino lloraba como un recién nacido ante el Señor con la misma humildad que lo caracterizaría y que atraería a muchos nuevos discípulos y laicos que acudirían a él para confesarse y pedir su consejo y curaciones espirituales. Entre los nuevos discípulos serían los más queridos del Padre Justino los hombres y mujeres piadosos y miembros del Apostolado Serbio de Oración, el «Bogomo jac Pocret», cuya existencia se debía a Nikolai, el gran apóstol del siglo XX y el segundo Crisóstomos de todos los tiempos que acababa de ser elevado al episcopado. Los dos, Justino y Nikolai eran como los Santos Antonio y Atanasio o Basilio y Gregorio que «siendo dos seres constituyen una mente» y a medida que su amor por N.S. Jesucristo incrementaba se manifestarían innumerables frutos espirituales en las vidas de muchos. Se cantarían con entusiasmo las composiciones musicales de Mons. Nikolai, con su contenido espiritual, doctrinal y didáctico, en el idioma del pueblo.
Y con el mismo entusiasmo por «cantar las alabanzas del Señor con la voz del pueblo», Justino emprendió la traducción de liturgia de la Iglesia siguiendo la tradición litúrgica y pastoral por la cual se proclama la Palabra de Dios y se reza en la lengua autoctóna del pueblo. (Véase 1Co 14, 19.) Tradujo del griego original al idioma serbio contemporaneo la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomos, imitando así el ejemplo de los grandes santos misioneros del pueblo Eslavo, Cirilo, Metodio y sus discípulos. Por obra del Espíritu Santo, Justino y Nikolai lograron magnificar, iluminar y confirmar el idioma del pueblo por la Ortodoxia.
El entusiástico Padre Justino mantuvo amistad con dos grandes padres de la Ortodoxia Rusa: S.E. Metropolita Antonio Khrapovitski, profesor del Seminario de Sremski Karlova, y Mons. Ivan Maximovitch, el milagroso, el exilado obispo y asceta desterrado hasta su descanso en el Señor en la ciudad de San Francisco para la bendición de los fieles de América.
En 1923, el Padre Justino editaría la revista de interés Ortodoxo «De la vida cristiana» en la cual se publicó la tesis doctoral rechazada por Oxford entitulada «Sobre la filosofía y religión de Dostoevski.» Publicó su segunda tesis «De la problemática de la persona y la noesis perteneciente a San Macario el Egipcio» en Atenas hacia 1926 en idioma griego.
Así se convertiría el Padre Justino en un moderno Padre de la Iglesia traduciendo al serbio los relatos de las vidas de los santos desde textos griegos, siriacos y eslavones y las homilias de San Juan Crisóstomos, de San Macario y de San Isaac el Sirio para sus cursos de hagiografía. Redactaría un estudio denominado «Sobre la teoría de la noesis según San Isaac.» Cabe agregar aquí que el genio literario del Padre Justino y su productividad eran objeto de admiración entre sus seguidores.
El Sínodo Episcopal de Belgrado pidió al brillante Padre Justino que asistiese a Mons. José Cvijovich de Bitola tras la incursiones del uniatismo en esa localidad, en la tarea de reformar la Iglesia Carpato Rusa de Checoslovaquia por lo que el Padre Justino dejó su puesto de profesor en 1931 en la Academia Teológica de Prizren. Siendo un apologista curtido en la defensa de la fe, Justino emprendería su magnus opus tras la experiencia con la reforma de la Iglesia Ortodoxa de Checoslovaquia intuyendo correctamente que la necesidad más urgente de los serbios era un catecismo de la fe Ortodoxa, conciso y completo, en lengua serbia. En 1932 después de su regreso a Bitola, empezaría a redactar el primero de los tres tomos de su obra titulada «Sobre los dogmas de la Iglesia Ortodoxa,» que se publicaría a finales de 1932. El primero tomo trata los temas de la teología, sus orígenes y metodología, la naturaleza de Dios y la doctrina de la Santísima Trinidad, la creación, y la divina providencia. Tal fue el recibimiento de esta escritura que en 1934 le fue otorgada al venerable doctor, Padre Justino, la cátedra de dogmática de la Facultad de Teología de San Saba de Belgrado. Un año más tarde, publicó
el segundo tomo de título «Sobre la cristología y la soteriología: Dios hecho hombre y la obra salvadora,» y el tercero y último entitulado «Sobre la eclesiología y la doctrina de la Iglesia» en 1970. Impartiendo su particular visión ascética de la vida, los tres tomos resultan los más completos de toda su obra literaria en su análisis de la antiquísima fe de la Iglesia.
En 1938, el Padre Justino y otros intelectuales residentes de Belgrado constituyeron la Asociación Serbia de Filosofía, provocando, por así decir, un nuevo esfuerzo de su parte por adentrarse en los temas filosóficos y de geopolítica de actualidad que basándose en un análisis de la naturaleza y la metodología de la teología en relación al espíritu y visión de la cultura occidental culmina en dos libros: «De los fundamentos de la teología» de 1939 y «De Dostoevski sobre Europa y el Eslavismo» de 1940, en los que denunciaría el pecado y los abusos de Occidente en materia religiosa y civil.
Permaneció en su cátedra hasta finales de la 2ª Guerra Mundial cuando por la política del nuevo régimen comunista y su perspectiva ateísta, cristianos celosos en la apología de la fe en Jesucristo fueron cesados en sus puestos y despedidos para nunca más volver. Este hecho pondría fin a la carrera docente en Belgrado del ilustrísimo profesor, Dr. Justino Popovich.
Durante dos años de destierro, visitó los monasterios de Serbia Calenich, Ovchar, Sucovo y Ravanitsa hasta 14 de Mayo de 1948, día en el cual subiría a su Monte Tabor y hogar espiritual en el monasterio de Chelije de la localidad de Lelich, una aldea de Valjevo en Serbia occidental, donde permanecería hasta descansar en el Señor el 25 de Marzo de 1979. Sería elegido archimandrita de esa comunidad monástica y su padre espiritual. Bajo su tutela sucede que el monasterio ostentaría la categoría de convento, se abriría un taller de iconografía dedicado a la preservación del estilo serbo-bizantino y se inagurarían en 1970 la nueva capilla de San Juan Crisóstomos y el albergue para peregrinos. Venían peregrinos a escucharle predicar y enseñar por obra del Espíritu Santo sobre la recta fe y la vida en Cristo desde todos los rincones de Yugoslavia, Grecia, los Balcanes y del resto del mundo porque sin duda el Archimandrita Justino, desde fines de la 1ª Guerra Mundial hasta que descansaría en el Señor, se destacaría como el pilar de la Ortodoxia en su país.
Desde el silencio de Chelije surgiría una sinfonía de traducciones y composiciones literarias de la hagiografía en doce tomos, elaborados al ritmo alucinante de un tomo por mes. Era el fruto de la intensidad de su vida eucarística y de la comunión diaria de los preciosísimos Cuerpo y Sangre de N.S. Jesucristo, el «pan nuestro de cada día» y la fuente verdadera de su vida, su obra, su pensamiento y su ser. Dicha obra trasmisora exuda el mismísimo espíritu de los Padres de la antigua Iglesia por lo que cabe incluir a San Justino en el augusto Colegio de los Santos Padres.
Habían otros manuscritos, la mayoría de los cuales no se han publicado, redactados en Chelije aparte de las vidas de los santos en los que llegamos a conocer la mente y el corazón altamente analíticos y perceptivos [del Padre Justino]. Elaboró un nuevo lenguaje teológico y filosófico acomodado para penetrar en el corazón del ser humano moderno, destacándose su obra y pensamiento por su compromiso auténtico y total con Jesucristo Nuestro Señor, resultando de su extremo ascetismo y la visión contemplativa de la luz divina de Dios en la Santa Trinidad. San Justino era «el dogma viviente» y «la flauta del Espíritu», reflejaba el amor divino de Dios en la Santa Trinidad, y vivía la teología.
San Justino se durmió en el Señor en el día de su octogésimo quinto cumpleaños, el 25 de Marzo de 1979. Después de los funerales concurridos por cientos de fieles provenientes del mundo entero, recibió santa sepultura detrás de la iglesia principal de Chelije a modo Ortodoxo mirando hacia oriente. Desde ese día se empezaron a oír testimonios de las virtudes y el amor a Cristo del Padre Justino y testimonios de los milagros en el lugar de su tumba llegan desde todo el mundo Ortodoxo. Entre estos milagros figuran relatos de la luz emanada por su tumba, la conversión de agnósticos y ateos por la lectura de alguno de sus libros o por la comunión con el Omnipotente Dios hecha posible por la intercesión de San Justino.
Son muchos los fieles que dando testimonio de los beneficios espirituales recibidos, magnifican el nombre de San Justino e imitan su ejemplo de vida a partir de adentrarse en la herencia de gracia y verdad que nos dejó. Es grande el legado de San Justino por el cual el santoral de Iglesia Ortodoxa cuenta con otro santo cristiano moderno.
«Tu vida es la dulce fragancia que renueva nuestras almas, Santo Padre Justino. Por tu amor de la verdad y tu deseo de morar entre los santos, nos acercas a la virtud y nos haces memoria de nuestra vocación de Dios. Desde la oscuridad y miseria del pecado rogamos, ábranse nuestros corazones ante la Verdad Encarnada, Jesucristo Nuestro Señor, a quien pertenece toda gloria, honor y alabanza, con su Padre eterno y el Espíritu dador de vida, ahora y siempre y ante los eones de eones. Amén. »
Ofrezco esta obra espiritual de la vida del Archimandrita de Chelije, nuestro Padre Justino en agradecimiento al siervo de Dios, el Sr. Dejan Janjic, que tuvo la voluntad de ser una referencia para la redacción de la presente.
R.P. Daniel Rogich.
Ruega por nosotros ante Dios, Santo Padre Justino.
¡Gloria a Dios en todas las cosas!