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Nacimiento del Venerable y Glorioso Profeta y Precursor Juan Bautista


El Evangelio de San Lucas relata que los padres de San Juan Bautista fueron el sacerdote Zacarías e Isabel (a quienes conmemoramos el 5 de septiembre), quienes vivían en la antigua ciudad de Hebrón. Ellos llegaron a la vejez sin hijos debido a que Isabel era estéril. Una vez, Zacarías, sirviendo en el Templo de Jerusalén como Sacerdote, vio al Arcángel Gabriel de pie en el lado derecho del altar del incienso. El Arcángel predijo que Zacarías sería padre de un hijo, que anunciaría al Salvador, el Mesías, esperado por la Iglesia del Antiguo Testamento. Zacarías se turbó y tuvo miedo. Tenía dudas de cómo en la vejez era posible tener un hijo, y le pidió al Ángel que le diera una señal. La señal fue dada como un castigo por su incredulidad. Zacarías quedó mudo hasta el momento del cumplimiento de las palabras del Arcángel. Santa Isabel quedó en cinta, y por temor a la burla al quedar embarazada tan tarde en su vida, se mantuvo en secreto durante cinco meses. Su pariente, la Virgen María, vino a compartir con ella su propia alegría. Isabel, “llena del Espíritu Santo”, fue la primera en saludar a la Virgen María como “Madre de Dios”. San Juan saltó en el vientre de su madre en la visita de la Santísima Virgen María y del Hijo de Dios encarnado en Ella. Pronto Santa Isabel dio a luz a un hijo, y todos los parientes y conocidos se alegraron con ella. En el octavo día, de acuerdo con la Ley de Moisés, fue circuncidado y le pusieron por nombre Juan que significa “el misericordioso”. Todo el mundo estaba sorprendido, ya que nadie en la familia había tenido este nombre antes. Cuando le preguntaron a San Zacarías acerca de esto, escribió sobre una tablilla: “Su nombre es Juan”. Inmediatamente su lengua se soltó, y Zacarías, glorificó a Dios. Después de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo y la adoración de los pastores y los Magos, el malvado rey Herodes mandó matar a todos los niños varones. Al enterarse de esto, Santa Isabel huyó al desierto y se escondió en una cueva. San Zacarías se quedó en Jerusalén cumpliendo con su servicio sacerdotal en el templo. Herodes envió soldados a él para averiguar el paradero de Juan y de su madre. Zacarías respondió que desconocía el paradero de ellos y fue asesinado allí mismo, en el Templo. Isabel continuó viviendo en el desierto con su hijo y murió allí. El niño Juan, protegido por un ángel, habitó en el desierto hasta el momento en que vino a predicar el arrepentimiento, y fue considerado digno de bautizar al Señor.

(extraído de www.acoantioquena.org)

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