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Epístola Pascual del Patriarca de Serbia Irinej


LA IGLESIA ORTODOXA SERBIA A SUS HIJOS ESPIRITUALES

EN LA PASCUA DEL AñO 2017

IRINEJ

Por la misericordia de Dios

Arzobispo Ortodoxo de Pech, Metropolita de Belgrado-Karlovac y Patriarca Serbio,

junto con todos los Obispos de la Iglesia Ortodoxa Serbia,

a los presbíteros, monjes y todos los hijos e hijas de nuestra Santa Iglesia:

bendiciones, misericordia y paz

de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo y el Espíritu Santo, con el alegre saludo Pascual:

¡Cristo Resucitó!

Cristo resucitó de entre los muertos, venció a la muerte con su muerte

dio vida a los que estaban en los sepulcros (Tropario Pascual)

Queridos hermanos y hermanas. La Pascua es la celebración más grande del cristianismo, celebración de fe, de la vida y de la bendición de Dios. Toda nuestra fe esta en la Pascua y toda la Pascua está en la fe. De ahí que el Santo Apóstol Pablo, Maestro de los Gentiles, a quien tranquilamente podemos llamar el más grande predicador de la Resurrección, tanto de la de Jesús como de la nuestra, dice: “Si Cristo no se hubiera levantado, nuestra fe sería en vano”, y enseguida agrega: "Pero Cristo se levantó de entre los muertos y por ende se convirtió en el Primero entre aquellos que murieron” (I Cor. 15:17-20). La fe en la Resurrección de Cristo es la esencia de la prédica de los apóstoles y sus enseñanzas, es el fundamento de la Iglesia, de sus servicios divinos y de su teología.

En las Sagradas Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la Resurrección es un tema central. De ella se habla en dos sentidos inter-vinculados: como la resurrección de los muertos al final de la historia de la humanidad (Isaías 26:19) y como la resurrección de Cristo, predicha por los profetas del Antiguo Testamento (Salmos 15:10), y afirmada por los sermones de los santos apóstoles (Hechos 2:23-24).

El Antiguo Testamento nos habla en muchas partes, en su idioma y pre-imágenes, acerca de la resurrección. Sobre ella testimonia el profeta David en sus Salmos (Salmos 15:9; 16:15). El sufriente Job le clama a Dios con fe en la resurrección "Sé que es viviente mi Redentor, y que en este cuerpo volveré a ver a Dios" (Job 19:25-27). El profeta Jonás representa una pre-imagen de la Resurrección de Cristo al tercer día (Mateo 12:40). La visión de la resurrección de los muertos más conocida del Antiguo Testamento esta dada en el libro del Profeta Ezequiel: él, lleno del Espíritu Santo, ve como reviven los secos huesos y como cada uno se reviste de su propio cuerpo humano (Ezequiel 37:1-10). Esa visión llenó el corazón de todos los judíos creyentes del Antiguo Testamento y fue algo inseparable de la fe en la llegada del Mesías y en su Resurrección (Isaías 53:10).

El Nuevo Testamento, por otro lado, por completo se funde en el misterio de la Cruz y la Resurrección de Cristo. Eso lo confirman los Santos Evangelistas con una pasional descripción de los últimos acontecimientos de la vida de Cristo que tuvieron lugar en Jerusalén: su enjuiciamiento frente a Poncio Pilato, su crucifixión, su muerte en la cruz y su santa Resurrección (Mateo cap. 27 y 28 y Lucas cap. 23 y 24). Las primeras que tuvieron el honor de convertirse en testigos de la Resurrección de Cristo fueron las mujeres miróforas (Marcos 16:1-2) y luego los santos Apóstoles y la plenitud de la Iglesia de los primeros tiempos. A ellos se unen los primeros mártires y los nuevos mártires, auténticos testigos de la resurrección de Cristo, como así también los Padres de la Iglesia, quienes a través de los Santos Concilios, a través del Símbolo de la Fe Niceo-Constantinopolitano y de sus enseñanzas dogmáticas, nos dejaron su fe en la resurrección. La Iglesia es testigo de que Dios está con nosotros por los siglos (Mateo 28:20). Ella particularmente atestigua esta verdad por medio de la Santa Liturgia, la cual se realiza en memoria “de la muerte y la resurrección de Cristo”. En la Divina Liturgia Cristo resucitado se da a Sí mismo a nosotros por medio de la Santa Comunión. ¡Por eso seamos hijos de la Resurrección! ¡Vivamos por la Resurrección de Cristo y no permitamos que nada ni nadie, según las palabras del Santo Apóstol Pablo, nos aparte de su amor! (Rom. 8:35).

El gran starets ruso San Serafín de Sarov, a los peregrinos los recibía en su monasterio con las palabras: "¡Cristo Resucito, alegría mía!". Para poder llegar a ese estado espiritual, según las palabras del Santo Obispo Nicolaj (Velimírovich) “tenemos que con nuestra vida entera besar la crucifixión de Cristo, no como un ritual sino como si fuera nuestra propia crucifixión, y Sus heridas como si fueran las nuestras”.

Con tristeza y dolor en el corazón debemos decir que el mundo de hoy en día no esta encaminado hacia la resurrección sino hacia la muerte y la desesperación. Cuando decimos esto, tenemos en la mente el dato de que en Serbia todos los años mueren en todas las ciudades mas personas de las que nacen. Esta información es motivo de llanto y lamentación, pero también es un llamado a la reorganización. Hay que hacer algo para que ese sendero de muerte se termine. "Raquel llora a sus niños y no puede consolarse, porque ellos ya no están" (Mateo 2:18). El infanticidio es, en todas partes y en todo lugar, así como también en nuestra nación, un pecado mortal que clama al cielo. ¡Dejemos de matar a nuestros propios niños en los vientres! Ellos tienen derecho a la vida y a la resurrección. Nos preguntamos en dónde están los soldados de los derechos humanos para que resguarden a los mas indefensos, ya que son aun niños no nacidos, en el vientre de sus madres. Salgamos, hermanos y hermanas, del mundo del pecado y de la muerte, como el Israel del Antiguo Testamento salió de Egipto, y Dios nos va a bendecir con todas sus bendiciones y gracia espiritual para que seamos el pueblo vivo de Dios, y que el llanto de felicidad por los recién nacidos avasallen los gritos de muerte. Que Serbia y el mundo entero se conviertan nuevamente en una nueva cuna. Volvamos a la fe y a la vida, volvamos a la resurrección.

Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia Ortodoxa Serbia es nuestra madre espiritual. Ella se ocupa de sus hijos sin importar en dónde vivan y se sacrifica por sus hijos e hijas para que juntos lleguen a la resurrección. Nos regocijamos con los que están felices y nos entristecemos con los que están tristes, soportando la carga el uno con el otro, ya que así cumpliremos con la ley de Cristo (Gal. 6:2). El Santo starets Sofronio (Saharov) dice que “el cumplir con los mandamientos de Dios crucifica en nosotros al hombre viejo y resucita al hombre nuevo, hecho a imagen de Dios, Creador y Salvador nuestro. San Basilio el Grande también, con el mismo espíritu, habla del significado transfigurador del ayuno, y dice que los ángeles de Dios anotan los nombres de aquellos que llevan a cabo todo el gran ayuno, ya que ellos con dicho ayuno renuncian a lo terrenal y lo pasajero para poder recibir lo eterno y trascendental, y eso es la resurrección. Cumplir con los mandamientos de Dios hace que reflejemos y afiancemos nuestro amor hacia Cristo (Juan 14:15), y también hacia nuestro prójimo (Mateo 22:40).

El mundo de hoy en día en gran parte aceptó otra filosofía, la filosofía del camino que conlleva a la perdición (Mateo 7:13). Las virtudes cristianas intentan ser reemplazadas por un aparente humanismo y una falsa espiritualidad del Oriente lejano. Todas las falsas religiones y parareligiones, filosofías y falsas filosofías, ideologías y mitologías esclavizan con la muerte, y a los seres humanos los condenan a la muerte. Dado que consideran que las personas son seres de muerte y no seres de vida eterna, justamente llevando a las personas hacia el suicidio y hacia el homicidio, tanto de manera directa (en la guerra y en sangrientas formas) como de manera extendida y paulatina (dando libre licencia en cada mensaje para caer en la esclavitud de la droga). Vivimos en tiempos en que el mal intenta declararse como el bien, y que el bien es el mal, según las palabras del Santo starets Paisios del Monte Athos. La juventud en vez de cultivar las virtudes y la honestidad, adoran a ídolos y antihéroes, a la desobediencia a sus padres y al rechazo de toda autoridad. Es una gran responsabilidad la de la Iglesia, y también la de todas las instituciones educativas de este mundo, ya que es necesario ayudar a los jóvenes para que encuentren el autentico camino de la vida y de la resurrección. Enseñemos a los niños a ser como ese joven del Evangelio, que le pregunta a Jesús "¿qué puedo hacer para obtener la vida eterna?". Ese joven recibió la respuesta de Jesús "¡Cumplid los mandamientos!". ¡He aquí el camino de la salvación y de la resurrección!

Paternalmente llamamos a todos aquellos que por algún motivo se distanciaron de la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica, para que regresen bajo su ala. Terrible es el pecado del cisma y de la herejía. Según los Santos Padres, ni la sangre de martirio puede lavar dichos pecados. ¡Perdonémonos los unos a los otros por causa de la Resurrección y nuevamente convirtámonos en hermanos y hermanas dentro de la Santa Iglesia, la única Barca de salvación!

Con el saludo Pascual saludamos a todos nuestros hijos espirituales en la Patria y a los que están en la diáspora, y rezamos que Cristo Resucitado les conceda el regocijo Pascual a todos. Particularmente saludamos a nuestro pueblo del crucificado Kosovo y Metojia, parte inseparable de Serbia, cuyos santos son guardianes no solo de la Ortodoxia Serbia sino también de todo el Cristianismo en Europa. Kosovo fue y será nuestro, ya que Dios no esta en la fuerza sino en la verdad y El tiene el poder de regresarnos aquello que nos fue quitado por la fuerza.

Que con esta celebración de Pascua resucite también Serbia y todo el pueblo Serbio, tal como lo decían nuestras canciones populares. ¡Dios conceda que las personas que conducen y cuidan nuestro Estado sean colmadas con el espíritu de la Resurrección y el espíritu de la fe y venzan al mal con el bien! ¡Que el Señor Resucitado, Vencedor de la muerte y Dador de vida, conceda todo lo bueno a Su Pueblo, es decir, a todo el género cristiano y ortodoxo, y a todas las personas de buena voluntad, para que todos juntos gustemos anticipadamente la alegría del siglo venidero, el regocijo de la resurrección y la vida eterna!

¡CRISTO RESUCITO!

Sus orantes ante Cristo Crucificado y Resucitado

+ Patriarca Irinej

junto con todos los Obispos de la Iglesia Ortodoxa Serbia

(Traducido por Mariano Burman)

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