Epístola de Navidad de Su Santidad Patriarca Irinej de Serbia
LA IGLESIA ORTODOXA SERBIA A SUS HIJOS ESPIRITUALES EN LA NAVIDAD, AÑO 2016.
POR LA MISERICORDIA DE DIOS
IRINEJ
OBISPO ORTODOXO DE PECH, METROPOLITA DE BELGRADO Y KARLOVAC Y PATRIARCA SERBIO
JUNTO CON TODOS LOS JERARCAS DE LA IGLESIA ORTODOXA SERBIA,
A LOS SACERDOTES, MONJES Y TODOS LOS HIJOS E HIJAS DE NUESTRA SANTA IGLESIA:
BENDICIONES, MISERICORDIA Y PAZ DE DIOS PADRE ,DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Y DEL ESPIRITU SANTO
CON LA ALEGRIA DEL SALUDO NAVIDEÑO:
¡LA PAZ DEL SEÑOR- CRISTO A NACIDO!
“Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra paz, en los hombres buena voluntad”
S. Lucas 2:14
Henos aquí en este año ante la fiesta de la Navidad, ante la fiesta del amor inconmensurable de Dios, ya que hoy en la ciudad de David nace Jesucristo (Lucas 2, 11), Emanuel, que significa “Dios con nosotros”. Este gran misterio de la encarnación de la Palabra Divina, oculto desde el comienzo de los siglos (Juan 1, 2), los ángeles de Dios brindaron las buenas nuevas con su himno celestial de paz y amor (Lucas 2, 14), luego se les unirían los pastores y reyes magos de oriente, uniendo al cielo y la tierra en torno al Niño Jesús, los ángeles, las personas y todos los pueblos del mundo en la Iglesia del Dios vivo.
Veamos de qué manera los santos Evangelistas, testigos y servidores de la Palabra, nos dan fe acerca del acontecimiento del Nacimiento de Cristo, el cual es considerado por nuestros Santos Padres como el milagro más grande desde la mismísima creación del mundo.
El Santo Apóstol Mateo en su Evangelio escribe a sus compatriotas de Judea, deseándoles que en base a la prédica del Antiguo Testamento, atestigüen que Jesús el Nazareno es en verdad el Cristo o Mesías, el ungido de Dios, salvador del mundo. Por ese motivo comienza su evangelio con la genealogía de Jesucristo, haciendo hincapié en su naturaleza humana. El en su árbol genealógico menciona el carácter central de la personalidad del Antiguo Testamento, particularmente destacando a Abraham y al rey David ya que con ellos se enlazan la mayoría de las profecías sobre la llegada mesiánica, las cuales se cumplimentan con el nacimiento de Cristo en Belén de Judea. La primera parte del evangelio de Mateo nos dice entonces, fuerte y claro: Dios se convirtió en un Hombre verdadero para nosotros y para nuestra salvación; y en la segunda parte de su linaje habla de que el mesías es Dios Hombre y de su nacimiento sobrenatural del Espíritu Santo y María Virgen. Habiendo ascendido a los cielos con verdadera naturaleza humana, Cristo se convierte en uno de nosotros, permaneciendo con ello, aquello que siempre fue desde la eternidad: el Hijo de Dios y la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Esto era, en definitiva, el anuncio del Evangelista Mateo, el anuncio de la salvación del pueblo con Fe en Cristo.
El santo Apóstol Lucas, en su Evangelio dirigido a su aprendiz, el piadoso Teófilo y también a todas las almas amantes de Dios, da un marco histórico del nacimiento de Cristo. Él con su testimonio apostólico desarma a todos los escépticos y no creyentes que intentaron declarar a Jesús como una leyenda o como una personalidad inexistente y los convence de que Jesús es una figura histórica real y el Mesías. Como historiador, San Lucas afirma que el Nacimiento de Jesucristo ocurrió en tiempos del Cesar Romano Augusto, quien gobernó del año 27 AD hasta el 14 AD, y en tiempos del primer censo poblacional de Cirineo, en Siria, los cuales son sucesos históricos que no niega ni la ciencia más rigurosa. Complementando a Mateo, el Evangelista Lucas no sólo le escribe a los judíos sino a todos los pueblos del mundo. Lucas en su genealogía destaca que Cristo es en verdad el Salvador, el Nuevo Adán, la Cabeza y Fundador espiritual de la Nueva Israel, del bendito Reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (S. Lucas 3:21-Ç*edir una garantlirHgunta. Pero en cualquier lugar que vayamos a alquilar nos van a pedir una garantlirÇ*edir una garantlirHgunta. Pero en cualquier lugar que vayamos a alquilar nos van a pedir una garantlir23), con lo cual indica la dimensión litúrgica de esta celebración Navideña.
Agregamos brevemente, como corona y sello, el testimonio del Santo Evangelista Juan el Teólogo acerca del nacimiento de Cristo. Este amado discípulo de Cristo le agrega a Mateo y a Lucas su “Protoevangelio” (Primer Evangelio). En él, anuncia que Jesús es el Hijo de Dios, el Verbo de Dios, la Sabiduría a través de la cual todo fue creado (S. Juan 1:1-3), que llegó a este mundo como una luminaria y nos enseñó el nuevo y eterno Evangelio de Dios, ya que la Ley fue dada a través de Moisés, pero la Gracia y la Verdad son dadas a través de Cristo (S. Juan 1:17; Rom. 10:4).
Queridos hermanos y hermanas, aquello que los Evangelistas atestiguaron, y que los Apóstoles y Santos Padres reafirmaron, eso mismo es lo que nosotros testimoniamos a ustedes hoy en Navidad, ya que “Cristo es el mismo hoy, ayer y por siempre” (Hebr. 13:8). Es por ello que desde el amor y el cuidado pastoral los invitamos a que juntos participemos de la celebración navideña, y que podamos dejar a un lado las preocupaciones cotidianas, que podamos traer nuestros obsequios al Niño Jesús: oro, incienso y mirra espirituales, los cuales son justamente nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor; y que nos unamos con Dios y con nuestro prójimo. San Juan Crisóstomo llamó a la Navidad como la raíz de todas las celebraciones cristianas, ya que en Navidad nos fue prometido, y dado anticipadamente de una manera misteriosa y llena de gracia, la Presentación del Niño Jesús en el Templo, su Bautismo y su Transfiguración, y también la Cruz y la Resurrección de Cristo. Por eso nuestro pueblo dijo “Sin Dios no se puede pasar ni por el umbral” y “no hay gloria más grande que la Navidad” ya que en Navidad se estableció el Misterio de Dios y de la salvación de todos los pueblos en la Iglesia de Cristo.
El pueblo serbio es pueblo de Navidad, es una parte del Pueblo de Dios o de todo el género cristiano. Es el pueblo de San Sava, el pueblo del santo Zar Lazar de Kosovo y de todos los mártires y nuevos-mártires que padecieron en tiempos de maldad, como los niños de Belén (S. Lucas 2:16): por la verdad y la justicia de Dios. Recordamos sus sacrificios y les rezamos a todos ellos para que en la Belén celestial nos tengan presentes en sus oraciones, y podamos ser dignos de nuestros santos ancestros, tal como decía el Patriarca Pavle de bendita memoria.
La Navidad nos revela el sentido y objetivo de nuestra vida en la tierra. Dicho en lenguaje sacro: Dios se hizo hombre para que nosotros nos deifiquemos, para que alcancemos a ser “dioses por Su gracia”, colmando nuestra esencia con la plenitud de la gracia de Dios. Esto no es un maximalismo cristiano ni una utopía antropológica. Esto es la realidad de la vida en Cristo. Es la realidad espiritual, la cual es un don de Dios. Por eso no permitimos que nada de este mundo, el cual se asienta en el mal (I Juan 5:9), nos distancie del amor de Dios, revelado en Jesucristo Dios nuestro (Rom. 8:35). La plenitud de este amor está en el Nacimiento de Jesucristo, es por ello que la Navidad es en verdad el día que crea el Señor para que nos alegremos y festejemos en el.
La navidad nos muestra también la santidad de la vida humana. Esta fiesta nos invita a la adoración y no a la destrucción; a servir a la vida y no a esclavizarnos de la muerte. El Santo Starets Siluan del Monte Athos se esforzó durante su vida, por no pisotear ni una flor, ni una hormiga, ni una planta. Todo es un regalo de Dios, y con más razon los seres humanos, los cuales en Cristo son el ícono del Dios Vivo (II Cor. 4:4). La Navidad nos renueva la bendición bíblica: “Reprodúzcanse y llenen el mundo” (Gén. 1:22). Dios conceda que esta bendición se convierta en la medida de la vida del pueblo serbio y de todos los pueblos del mundo. Ya que de esta manera se terminaría el infierno del fratricidio, y el infanticidio sería reemplazado con la paz del Paraíso y con la plenitud de la vida. Que con esta navidad reviva Serbia y que nuestras familias alcancen la alegría e inocencia de los niños. El Santo Evangelio nos recuerda que si no nos convertimos en niños, no entraremos en el Reino de los Cielos (S. Mateo 18:3). Es por eso que la Navidad es la fiesta de nuestros niños, fiesta de la juventud y del eterno futuro.
En estos benditos días navideños rezamos al Señor, el Rey de la paz (Hebr. 7:2), que apague la enemistad entre las naciones, y que salve a Su gente en todo el mundo y que sea misericordioso con todos nosotros. Que esta Navidad llame a la unidad a todos aquellos que por cualquier causa se han alejado de la Iglesia del Dios Viviente! Que cesen las herejías y los cismas, para que todas las personas, con temor de Dios, fe y amor, se acerquen a la unidad y la vida de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica! Por esa unidad el Mismo Señor rezó con su oración de Sumo Sacerdote: “Para que todos sean uno” (S. Juan 17-21).
Saludamos con el saludo navideño a nuestros hijos espirituales y a nuestra Patria y los exhortamos a que vivan en el amor fraternal y mutuo y en el amor de Dios. Recemos particularmente por el crucificado Kosovo y Metohija, nuestra cuna espiritual y nacional a quien el gran Njegos llamó el “terrible Tribunal”. Mientras haya un serbio, existirá Kosovo. Kosovo es el alma de los serbios, por eso es que Kosovo y Metohija permanecerán como nuestra tierra ya que ahí esta nuestra Gólgota y nuestra Jerusalén. Que Dios conceda paz y bendición a todo su pueblo, y según las palabras de San Siluan el Athonita, ¡que todos los pueblos de la tierra conozcan al Espíritu Santo, en la milagrosa luminosidad de la Navidad!
La Paz de Dios, ¡Cristo ha nacido!
¡En verdad ha nacido!
¡Bendito Año Nuevo 2017!
Sus orantes ante la cuna del Niño Dios, milagrosamente Nacido del Espíritu Santo
y la Virgen María por nosotros y por nuestra Salvación:
+PATRIARCA IRINEJ
junto con todos los Metropolitas y Obispos de la Iglesia Ortodoxa Serbia
Traducido por Mariano Burman